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domingo, 15 de mayo de 2016

Poéticas del Arte




Todo proyecto artístico es una divisa invisible, una intuición indefinible, nominable solo cuando ha sido acabado. De donde se deduce que todas las poéticas son anhelos: de lo que se desea practicar o se ha practicado. Las poéticas válidas son las aposteriorísticas, que recogen el hilo conductor de una obra acabada. Las apriorísticas rara vez son la teoría ejecutada de lo que quería ejecutarse. Por la sencilla razón de que la obra artística no es un ser muerto que se deja manipular fácilmente, sino un ser vivo y con voluntad propia, que reclama lo que necesita para cobrar entidad. Porque el Arte es la expresión de una impresión sujeta a cánones, incluido el de las exigencias de la libertad.
     El arquitecto, el escultor... todo aquel que necesita elementos científicos o tecnológicos precisa saber de antemano qué va a hacer exactamente para que el puente o la torre se sostenga. Vasari sabía lo que quería, y podía decir: la estatua está ahí, solo necesita que le quite la materia que le sobra: tenía la efigie en su mente. Pero las obras que parten de una inspiración moldeable y creciente no se atienen a normas fijas, sino que buscan hallar su forma: un poema nace de un impulso que se va pergeñando, revisando, mejorando. Casi lo mismo ocurre con un cuadro, por muy "retrato" o "paisaje" que sea. 
     El arte -las artes "poéticas"- aparece en la mente como una nebulosa a la que se va accediendo cambiantemente, que se va asediando y que pasa por muchas fases de quitaypón: añadido y borrado. Y ese elemento irracional que se va racionalizando no requiere la exactitud apriorística, sino que es una obra en proceso. Como digo: no es una catedral, ni un avión: sus materiales no están en la naturaleza sino que son abstracciones, piedras síquicas pulidas y hacinadas mientras acaban de juntarse para componer la imagen entrevista. Una cosa es recoger ladrillos de un cesto; otra, sacar cerezas. El inconsciente universal tiene sus leyes, que son como un destino.
   Strawinski decía que oía su música ("La sacré") en su cabeza, pero no sabía cómo llevarla al pentagrama: estaba descubriendo formas. Satie era incapaz, por falta de técnica pianística, de interpretar sus "Ginnopedies" y fue Debussy quien, poniéndose al piano, le dijo: "yo haré que puedas escuchar tu música".  Campoamor tenía una poética elogiable, pero no supo llevarla a cabo. Garcilaso y Boscán querían poetizar del mismo modo: pero cada uno tuvo un logro diferente. Cervantes quiso escribir una historieta contra la caballería, y de pronto se le rebeló don Alonso Quijano el bueno para convertirse en el prototipo de la solidaridad y la justicia. Beethoven compuso una "Fantasía" que fue creciendo durante décadas hasta convertirse en La Novena. Tal vez Leonardo quiso definir el rostro de una dama, pero le brotó el milagro indefinido de Gioconda -que, sin duda, superó su proyecto-...
     Frente a estas obras, reconocidas por ser "obras de arte" únicas, y legado de la Humanidad, ¿qué son los proyectos y las obras de aquellos que toman el pincel, la pluma o el buril, armados solamente con el simple deseo de hacerse famosos?