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lunes, 3 de febrero de 2014

La impunidad

Bartók: Música para cuerdas, percusión y celesta

Todo político intenta ser bueno para los demás antes de convertirse en malo para todos. También creo que muchos políticos prefieren continuar siendo politicastros a sabiendas de que provocan más daño que beneficios a aquellos que representan.

Los fantasmas no provocan miedo porque no existen: es el miedo el que crea fantasmas. Igualmente: es el miedo social el que permite el malestar social: el individuo no se rebela en las urnas, que es cuando está -y se siente- solo; teme "salir del trueno y caer en el relámpago", que diría Lázaro de Tormes, y se aferra al "más vale malo conocido que bueno por conocer" porque su experiencia le dice con desencanto que no hay buenos que no se conviertan en malos. Así que solamente se manifiesta contra esto y aquello cuando se agrupa en las calles, justa o injustamente, indignado o no, porque se ampara en el anonimato de la muchedumbre, que es muy valientemente cobarde y puede "meter miedo" a todos. Pero la muchedumbre no vota más que en las encuestas: y estas están hechas para que sepan qué deben pensar quienes no tienen criterio propio.

Con la excusa de la crisis, hay demasiados creyentes de que el hambre permite incumplir las leyes.