El desnudo femenino en el arte
Todos los días me propongo huir
de este bosque de piedra y mecanismos
que me hacen desdichada.
Ven conmigo a la selva y a los montes,
a la azucena, al pájaro y la ardilla.
Desnúdate conmigo, entra en el río;
librémonos del mandamiento. Arroja
tu espíritu carnal sobre este prado
que cobija la sombra de los árboles
aquí, donde estoy yo
rodeada de hierbas aromadas,
manzanas y limones.
que me hacen desdichada.
Ven conmigo a la selva y a los montes,
a la azucena, al pájaro y la ardilla.
Desnúdate conmigo, entra en el río;
librémonos del mandamiento. Arroja
tu espíritu carnal sobre este prado
que cobija la sombra de los árboles
aquí, donde estoy yo
rodeada de hierbas aromadas,
manzanas y limones.
Cava en mi corazón hasta encontrar
la semilla del cosmos
y brotará la dicha en nuestros brazos
como un surtidor mágico que aguarda
surgir de las estrellas y los túneles,
de nuestros propios cuerpos y sus ansias.
Cuando se abrazan nuestros corazones
es a la primavera a la que abrazo,
y parece que somos el origen
de cuanto existe.
No lo dudes ya más: trae las músicas,
los trigos y la miel,
y olvidemos la obtusa geometría
de la infelicidad acomodada.
la semilla del cosmos
y brotará la dicha en nuestros brazos
como un surtidor mágico que aguarda
surgir de las estrellas y los túneles,
de nuestros propios cuerpos y sus ansias.
Cuando se abrazan nuestros corazones
es a la primavera a la que abrazo,
y parece que somos el origen
de cuanto existe.
No lo dudes ya más: trae las músicas,
los trigos y la miel,
y olvidemos la obtusa geometría
de la infelicidad acomodada.