La felicidad consiste en vivir sin tener nada que reprocharnos.
Lo que importa -y es definitivo y decisorio- es saber si hay "causa suficiente" para todo cuanto hacemos: tomar una decisión, comprar una vivienda, tener un hijo, saber que nuestra conducta tiene una consecuencia para todos...
Solo esa operación mental nos hace responsables o irresponsables, justos o injustos con nosotros y con los demás.
Cuando algo nos roe la conciencia significa que antes o después un tsunami inconcreto devastará nuestro espíritu.
No hay mayor castigo que sentirnos culpables.