Rameau
Desde la torre de humo
llegan confusos aleteos,
pájaros en la distancia
con plumaje de cenizas.
Inconfundible alboroto
de hostiles campanas,
crótalos o platillos
para atraer la vigilia.
Entre las sábanas aún neblina,
restos de naufragio en los párpados,
acude al exorcismo del agua,
al café preparatorio.
Extraño en su envoltura gris,
manso ante el látigo de la semana,
como exigen los lunes ortodoxos.
María José Collado
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