Guridi: Amorosa
Díceme una lectora asidua y muy querida que la razón por la que muchos no me aprecian -o me desprecian- es porque me rijo por el síndrome de Pigmalión: quiero perfeccionarlo todo, a todo le encuentro una probabilidad de mejoramiento; y los autores -o todo ser viviente- no llevan bien admitir que pueden mejorarse porque eso significa aceptar que se han equivocado o no han acertado plenamente, y que eso les parece ofensivo, por mucho que mi finalidad sea ayudarles -tratar de hacerles ver más allá- Así que -aunque mi opinión no es una sanción- a quienes son como yo -perfeccionistas de sí mismos y decidores de lo que piensan- los califican de soberbios, con lo cual los descalifican, sin caer en la cuenta de que eso no los exonera de sus errores, si los tuvieren; muy al contrario: convierten su ceguera en contumacia, profesión consistente en ser fanático de sí mismo.
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