Lamento de Grisóstomo
“…que murió esta mañana aquel famoso pastor
estudiante llamado Grisóstomo…”. I, XII
Yo no nací para morir; para vivir
nací; y lo atestigua el corazón.
Pero la voluntad solemne de un destino
-más que cruel, inhumano- me arrebata
cualquier instinto de supervivencia
que desde mis entrañas ruge y hiere
mi propia voluntad. He recorrido
los páramos sombríos de la duda
y la certeza de que todo acaba
sin encontrar respuesta a la pregunta
de si vale la pena yacer vivo
en la tumba del ensimismamiento.
Como el que nada teme porque lo perdió todo,
me jugaba la vida, sin saberlo,
en retos sin sentido, como el ningún sentido
que tiene la existencia.
Y si alguno le hallé fue el del amor,
aunque es el mismo amor el que me niega
su apacible consuelo.
No siento hoy lo que sufriera ayer,
sino lo que tal vez sufrieran quienes,
por quererme, o amarme, me sufrían
porque no supe amarlos.
Relatar mi tragedia es poner rostro
al de todos los hombres:
porque si todos somos semejantes
lo que nos asemeja es el dolor.
Tal vez mi salvación sea la muerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario