Crusoe
Tantos años ansiando regresar
al mundo que perdí, y encuentro ahora
continentes de inepcia, verdaderos
piratas del honor disuelto en oro.
Era mi isla -aquella luz- un fuego
en el que la inocencia campeaba
como en un paraíso un mástil puro.
No es verdad
que la Naturaleza hostigue al hombre.
Son estos los que entierran en su entorno
la solidaridad y hacen de su alma
islas terribles, unas contra otras.
Qué paz allí. El solar del corazón
se regaba con dicha.
La soledad, primero impuesta y luego
dominada, y ahora deseada,
fue un soliloquio torrencial que halló
cauce sereno hacia el descubrimiento
del continuo fluir de la conciencia.
Nadie ha hablado consigo tanto tiempo,
tan ordenadamente; nadie ha dado
a los hombres la extrema relación
de sus penas y glorias,
la aventura interior de la existencia.
Todos los libros son
heraldos y estrategas del futuro,
la afirmación precisa
de que el destino es la voluntad.
Yo soy el argonauta de la mente,
el contador de todas las historias
porque todas son una: la del yo.
Soy el gran viaje hacia la mismidad.
Semejante a Noé, cabalgué el mar.
Llegué a la isla como un ser esclavo
del interés del mundo y aprendí
a conocer la libertad
de los desasimientos.
Si llegué como adán desnudo, alcé
los hitos de la civilización;
y a ella me vuelvo, a la incontaminada,
purificado por la austeridad.
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