Rimski: Sherezade.- El príncipe y la `princesa
Alegría pintaba sus sueños con los colores que tomaba del amanecer y de su carácter dulce y generoso. Era feliz mientras soñaba, y melancólica al temer que la realidad no cambiara bajo el embrujo de su melodioso esfuerzo. Lo cierto es que la ciudad no se convertía en palacio por más que lo intentaba, ni aparecía el príncipe transfigurador de su vida cotidiana en paraíso. No era capaz de entender que las maravillas y las rosas florecían en su corazón y no en las calles por las que transitaba.
Su felicidad era un fragmento del pretérito que quería restaurar, una flor enmustiada que no reflorecería fuera de su corazón y de sus ensoñaciones. Creía que podía resucitar el pasado y convertirlo en futuro. Pero todo lo arrasa el tiempo con su furia. Porque en el país del tiempo solo existe el ahora.
Así fue como la tristeza invadió su existencia.
Su verdadero nombre era Jitanjáfora. Y otras veces Metáfora. Qué más da. Ella era quien creía ser. Ese es el gran error.
No hay comentarios:
Publicar un comentario