El autor rememora a su amada
Bajo la luna, anoche tropezamos
el uno con el otro. Hace tiempo que huíamos
de hallarnos: escondimos
en el silencio nuestros corazones
y también nuestros cuerpos.
Pero, como un espíritu, la carne
atrae la materia ensimismada
y recordé tus grandes pechos dulces
-semejantes a dos manzanas glaucas
coronadas de arándanos maduros-
que otros habrán sorbido en estos años,
como tú
me sorbías uniendo amor y sexo;
y recordé tus ojos errantes por el ansia;
y tu ferocidad tierna y hermosa
cuando íbamos en busca del amor
y nos triscábamos el alma...
El pasado regresa cuando no se cumplió
y convierte en valientes a quienes no lo fueron:
porque dos cuerpos son uno solo en el beso.
No hay más bello animal que dos cuerpos amándose.
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