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viernes, 10 de octubre de 2014

La catedral sumergida (4)

Orf: Fortuna Imperatrix Mundi

Un monje, conocido hoy como San Gregorio, fue el que consiguió que la Iglesia fuese el único Estado que estaba por encima de todos los Estados y que no tenía que rendir cuentas a ninguno. Afortunadamente, esos tiempos, al menos en teoría, pasaron y el imperio eclesiástico ha tenido que ir cediendo en sus prebendas. Incluso parece que sacerdocio y matrimonio ya no son incompatibles. Pero, ¿admitirá la Iglesia alguna vez que ya no tiene reino en este mundo y que para tenerlo debe servir al ciudadano en vez de maldecir fanáticamente a quien no se le humilla?

Sobre el vivir

La catedral sumergida (1)

La catedral sumergida (2)

La catedral sumergida (3)

Manifiesto de desidia

Desarmar el miedo.

Dilema vivencial

Persecución de la dicha

La trascendencia

Catástrofes innúmeras

Somos nuestro futuro

Somos nuestro futuro (2)

Somos nuestro futuro (3)

Somos nuestro futuro (5)

Somos nuestro futuro (4)

Mientras tu vida fluye hacia la muerte

El hijo

Indefensiones
Supervivencia interior
Derrota de lo efímero
La prosa de los días
Para entender el mundo

Motor de la existencia

Asómate a la vida
Irracionalidades metafísicas

Lejos de toda furia (5)

Lejos de toda furia, 4

La perspectiva
La deserción
Alienación
Demasiados zorros hay...

El íntimo espejismo

La inolvidabilidad
Poesía para el hombre
Dictaduras democráticas
Querida muerte mía:
Así se mata el amor
Políticas efímeras

Dios no es ya suficiente coartada.

La causa de cualquiera circunstancia

Previniendo el futuro (1) 

Previniendo el futuro (2)

Previniendo el futuro (3)

Previniendo el futuro (4)

Previniendo el futuro (5)

Previniendo el futuro (6)