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martes, 14 de octubre de 2014

El abrazo al ex-cónyuge

Purcell: Lamento

X dice a Z:

Primero tuve que padecer tu ausencia. Luego, afrontar la pérdida de cuantas cosas habíamos construido, y los fantasmas de lo cotidiano.
     Yo quería lo mejor para ti, para los dos. ¿No hubo más alegrías que tristezas? ¿Por qué, si fuimos solidarios para edificar la dicha, quieres que todo lo recuerde como si hubiéramos sido cómplices de la desdicha? ¿Tan mal viviste junto a mí para que ahora me consideres tu enemigo?.
     No me reduzcas a mis errores. No me llames culpable. Di que soy responsable, que me equivoqué, que somos responsables, que nos equivocamos en esto y en lo otro, que no supimos afrontar bien la transición del enamoramiento al amor sin fascinaciones.
     Ahora que sé por qué y en qué fracasé estoy preparado para no volver a equivocarme, aunque también sé que ya es tarde. Podríamos tratar de compensar con mucho bien el mal que, sin desearlo, nos hemos producido. Sin embargo, casi siempre es cierto que pocas veces las segundas partes (que suelen conducir a unas terceras) fueron buenas.
     Nos unimos un día porque estábamos mejor juntos que separados. Hoy nos desunimos para intentar estar mejor separados de lo que lo estamos juntos. 
     Dime que todo se acabó porque todo se acaba, que todas las historias tratan el mismo tema: el bienestar que acaba en malestar, el amor que termina en desamor. Pero no me digas que no te quise, que no nos quisimos.
     Ya que no podemos continuar el viaje como hombre y mujer en un hogar, seamos dignos y continuémoslo como personas en la casa del mundo”.

Y Z dice a X:

Primero tuve que padecer tu ausencia. Luego, afrontar la pérdida de cuantas cosas habíamos construido, y los fantasmas de lo cotidiano.
     Yo quería lo mejor para ti, para los dos. ¿No hubo más alegrías que tristezas? ¿Por qué, si fuimos solidarios para edificar la dicha, quieres que todo lo recuerde como si hubiéramos sido cómplices de la desdicha? ¿Tan mal viviste junto a mí para que ahora me consideres tu enemigo?.
     No me reduzcas a mis errores. No me llames culpable. Di que soy responsable, que me equivoqué, que somos responsables, que nos equivocamos en esto y en lo otro, que no supimos afrontar bien la transición del enamoramiento al amor sin fascinaciones.
     Ahora que sé por qué y en qué fracasé estoy preparado para no volver a equivocarme, aunque también sé que ya es tarde. Podríamos tratar de compensar con mucho bien el mal que, sin desearlo, nos hemos producido. Sin embargo, casi siempre es cierto que pocas veces las segundas partes (que suelen conducir a unas terceras) fueron buenas.
     Nos unimos un día porque estábamos mejor juntos que separados. Hoy nos desunimos para intentar estar mejor separados de lo que lo estamos juntos. 
     Dime que todo se acabó porque todo se acaba, que todas las historias tratan el mismo tema: el bienestar que acaba en malestar, el amor que termina en desamor. Pero no me digas que no te quise, que no nos quisimos.
     Ya que no podemos continuar el viaje como hombre y mujer en un hogar, seamos dignos y continuémoslo como personas en la casa del mundo”.

El abrazo indomable

Monólogo del cisne (El abrazo imposible)

El abrazo entre plumas

El abrazo en el cuadro

El abrazo inasible

El abrazo iniciático

El abrazo sin plétora.

El abrazo dulcífago

El abrazo inedénico

El abrazo a la muerte.

Como si fuera mi Autobiografía (El abrazo final)

El abrazo interrupto

El abrazo cautivo

El abrazo inmortal

El abrazo caníbal

El abrazo coital

El abrazo placebo

El abrazo sin rostro

El abrazo perdido (Carpe diem).

El abrazo truncado

El abrazo suicida

El abrazo invasor

El abrazo de plástico

El abrazo no dado.

El abrazo dichoso

El abrazo a la vida

El abrazo sin cuerpo

El abrazo ataráxico


El abrazo amoroso