Salieri: Sinfonía Veneciana
Bosque
Las desgajadas,
secas.
El hombre mira
bien que estén
secas.
El haz crece, su
brazo. Sólo busca
calor y las recoge.
No todas,
él las prefiere
primero débiles,
han de
prender la lumbre,
el temblor
de la llama que
inicie, bien lo sabe
luego, las recias.
Su cuidado procura,
cada noche,
sostén al fuego.
Aún
ignora si las
brasas
que pudieran
salvarle
llegarán. Al final,
cuando los hielos fuertes,
con los odios más
fuertes.
Con paciencia
recoge
-igual que hiciera
ayer,
lo mismo que
mañana- como si fueran leña
palabras en el
bosque. Tiene frío y está
despidiendo la
vida.
© Francisco Caro