En un mundo en el que ha desaparecido el corazón, ¿cómo va a interesar el corazón ajeno?
Por eso la poesía es cosa de unos pocos, y los poetas auténticos son desterrados -o se destierran- de las fiestas sociales a los páramos de la posteridad o al paraíso de la intimidad.
En un mundo convertido en un mercado el arte se ha sustituido por la orgía cultural. Los festejos –premios, homenajes…- no añaden. Ni siquiera el Nobel hace mejor un libro. En todo caso le reconoce o atribuye un mérito. Y es bueno agradecer ese regalo -incluso en este rinconete de máscaras y sátrapas-. Pero toda sonrisa dura tan solo un día; y, por fortuna, también toda tristeza.
En un mundo convertido en un mercado el arte se ha sustituido por la orgía cultural. Los festejos –premios, homenajes…- no añaden. Ni siquiera el Nobel hace mejor un libro. En todo caso le reconoce o atribuye un mérito. Y es bueno agradecer ese regalo -incluso en este rinconete de máscaras y sátrapas-. Pero toda sonrisa dura tan solo un día; y, por fortuna, también toda tristeza.
Masacrando a Beethoven