Más sobre el palimpsestismo
No es tan difícil comprender el mundo, al menos para no perderse en él. Casi todo lo que le ocurre al ser humano de todos los tiempos es una repetición de algunos sentimientos, pensamientos y comportamientos ya descritos en unas pocas obras clásicas -que lo son precisamente por su naturaleza intemporal: válida para cualquier tiempo-. Leyendo esas pocas obras poseemos las claves de casi todo.
Amamos, nos desengañamos, volvemos a soñar, viajamos para descubrir otros lugares donde realizar la utopía o ser menos desdichados... Todo ello está en la Ilíada y la Odisea, las Metamorfosis de Ovidio, las Argonáuticas de Apolonio de Rodas, el teatro grecolatino... Ansiamos conocer el mundo, como Jasón;, regresar al hogar, como Ulises; amar fielmente hasta el final, como Penélope; proteger la familia, como Héctor; ensalzar la amistad, como Aquiles; independizarnos del padre, como Edipo; amar furiosamente, como Pasifae...
Sueños y traumas han sido revividos por todos los seres humanos y los han reencarnado otros autores con simples variantes, actualizando las circunstancias, o enriqueciendo su contenido. Son, en realidad, los temas esenciales y las obras perdurables. No en vano, al diseñar caracteres, Freud recurrió a esos personajes para denominarlos.
(También es cierto que la originalidad no existe o se reduce a la sabia manipulación de cuanto nos precede).