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jueves, 10 de abril de 2025

Hijos del Flamigerio

Todos somos hijos del Gran Flamigerio. Así que me dirijo a ti como a tal sufridora.


Querida Flamígera:

Que yo sea tan cavernícola como lo fue Adán no altera la realidad:  porque hay tantas realidades como credulidades, y tanto da que un dios crease al hombre como que los hombres creasen al dios. Una de tales historias es fábula y la otra leyenda sobre fes y sinfés. 
    Tu método, probablemente no buscado, es este: Haces preguntas racionales y te contestas con respuestas irraciomales; y al revés. Pero hay solo una verdad con pocos atisbos de mentira: que todo razonamiento, por muy inteligente que sea, será desterrado por otro razonamiento más inteligente. (Esa es la historia de La Verdad: la sustitución de una por otra menos frágil y más universal). Tus "razonamientos" conducen al fanatismo. Poca duda hay de que cada premisa unida a las siguientes -descubiertas, o desechadas o rescatadas- crean un criterio conclusivo que se convierte en principio del "sentipensamiento" de cada ser vivo. De modo que hay tantos criterios como seres humanos. Tan cierto o tan falso es el misticismo de Ibn Arabi como el de Yepes o el del vecino de otro vecino, si así lo cree. Ninguna idea contiene aquello que creemos, sino mucho más de lo que creemos y descreemos. Toda idea o realidad que no contiene todas las ideas o realidades -cosa por ahora imposible- conduce al fanatismo. Porque el corazón siempre es más grande que cualquier filosofía. Y por eso -entre otras cosas- no existe la originalidad absoluta, y tenemos que conformarnos con el palimpsesto.
    Pero no pretendo polemizar con ningún creyente que por principio descree de las creencias ajenas. Lo cual no me ciega para considerar la calidad de tus textos. Así que dime si me los envías para que los conozca o también para que los difunda.

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