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jueves, 24 de agosto de 2023

Graciela Tomassini: Nota sobre Antonio Gracia


Sobre El mausoleo y los pájaros  

Hay en la Biblioteca Virtual Cervantes una antología que recoge los hermosos y profundos poemas seleccionados por Antonio Gracia para El mausoleo y los pájaros (2012). Lamentablemente, no recoge poemas de sus obras más recientes, pero lo que he podido leer... ¡es muy bueno!
    Del 87 (Los ojos de la metáfora) al 98 (Hacia la luz) hay un quiebre que se percibe existencial, ético, y por consiguiente, estético. La muerte ya no le suscita imágenes de desgarro y tortura, sino una conciencia más aguda de la vida en su insistencia, su vocación de permanencia en la cadena de los seres, su afirmación en el amor. En Libro de los anhelos (99) me conmueve esto (del poema "Revelación"):
    "Dime: ¿De qué ha servido preguntar, / si la única respuesta es el silencio / y mientras preguntabas te morías? / ¿No era mejor sentir sin entender? / Siempre se nace tarde a la existencia. " Esa afirmación en la vida es el primer paso:ha descubierto su valor intrínseco, su magia antes que sus razones. Si todavía se siente "vida que fluye hacia la muerte", y como Manrique piensa que "solo somos lo que queda escrito", el último poema (al menos, entre los allí seleccionados), termina con estos versos magníficos: "Y en el útero añil de las galaxias / soy la semilla de la eternidad." 
    A partir de aquí va entrando en una dicción cada vez más clásica; vuelve la angustia frente a lo perecedero, pero ¡zas! me encuentro con "Hombre", y ahí ya está, ya cedió la noche a la alborada, ya encuentra la voz lírica su "claro en el bosque". Esto es maravilloso:  "Naufraga la razón y el sortilegio / de la lógica muere. La materia / no explica la sustancia. El arrebato / que nos acecha y que nos transfigura / no es de sangre ni arcilla. El corazón / siente el fulgor, acepta lo sublime / queriendo retenerlo; y solo roza / esquirlas de belleza y plenitud. / Hay una grieta atávica por donde / la inmensidad azul emerge clara / y el cuarzo se convierte en un diamante / tallado en el cerebro. Esa alta cima / de los sentidos teje su albedrío / y fracasan ante él la inteligencia / y los asedios de la voluntad. "Qué trabajo el del encabalgamiento, que hace sentir tan fielmente la búsqueda y su objeto fugitivo. 
    Bueno, y aquí me quedo: voy despacio, como corresponde, porque la poesía no es para correr carreras sino para detenerse a meditar... en el claro del bosque.             
                            Graciela Tomassini,
                  Universidad Nacional de Rosario, Argentina  

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