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viernes, 25 de agosto de 2023

Carta a Laura Scarano

Borodin: Nocturno


Doctora Laura Scarano.
Universidad Nacional de Mar del Plata

Una mano amputada y obsesiva 
de su cuerpo es la pluma.

Querida Laura:
Te envié el lunes por correo postal (4-I-2017) algunos de los libros que te interesaban. 
Tres días más tarde, respondo a tu pregunta sobre las poéticas y la poesía del pensamiento. 
Para no andarme con eufemismos ni por los alrededores, te digo:
Mi vida tiene tres etapas: primero me regí, sin yo quererlo, por el fatalismo; tras muchos años, por el voluntarismo; desde hace más de una década, por el afrontamiento de una realidad en la que asumí que ni yo estaba enloqueciendo lentamente, ni el mundo es un infierno acechante o un paraíso alcanzable. A esos tres segmentos corresponden "Fragmentos de identidad", "Fragmentos de inmensidad" y "Nosce te ipsum", según aparecen en la antología de Vitruvio. Esta selección la preparé como una escalada semántica desde el fatalismo al voluntarismo para que Ángel Luis escogiese desde ella una antología, "El mausoleo y los pájaros". Finalmente, se editaron ambas selecciones. Los libros posteriores son coletazos de una mente que sabe que todos tenemos un techo intelectual: divertimentos ("Bajo el signo de Eros"), estertores ("La muerte universal"), asedios a lo anterior ("Lejos de toda furia"…).
Te hablo de memorieta, porque no leo lo ya publicado y, además, le tengo pánico a mis primeros títulos porque no son solo títulos. 
Sí: creo que mi escritura nace del pensamiento, de la consideración de que soy, como todos, un animal sintiente y pensante. 
En una nota inicial a mi primer cuento escribí, veinteañeramente, que “nací cuando necesité pensar para combatir la muerte”. Supongo que he seguido defendiéndome de igual modo a lo largo de mi vida; y como pensamos con palabras, escribir es pensar idóneamente, o intentarlo. 
Creo que todas mis tentativas poéticas han tenido como divisa impremeditada la fuga del dolor, la voluntad hímnica, la consecución del sosiego. Este empieza por indagar y conocer la propia identidad (en el poema “Onanismo”: "todo poema tiene la forma de mi rostro / o  debiera tenerlo…") para reconocerme autónomo del mundo, y para guarecerla del mundanal bullicio (tal vez a eso responde el lenguaje incoercible de Los ojos de la metáfora, no como pensamiento preconcebido, pero sí como instinto que quiere ser pensamiento; y para eso necesitaba un nuevo verbo). 
Puesto que la identidad encontrada o entrevista es mortal y doliente (Animal quaerens…), el hombre que sufre trata de perpetuarse en otro sujeto -el homo scriptor- buscador de entidad literaria original (poemas "Incunable", "Originalidad encadenada",  “Palimpsesto”...) lanzándose a una posteridad que reconozca los valores humanos y literarios del autor, valores que no reconoció, si los hubo, la coetaneidad. 
En ese proceso de humanización (yo era un monstruo de dolor y, por eso, acorazado para no sufrir más) surge la necesidad de sosegar igualmente al otro mediante la solidaridad física y poética: de ahí nacen  los poemas "Sístole", “Divisa” (: "La escritura no puede sino ser / un consuelo para el desasosiego… " , "Tal vez un día, caminando a tientas…”). Es imposible donar la armonía sin conseguir la propia: y eso es lo que se propone la epopeya interior que intenta ser La urdimbre luminosa y que concluye con la consideración de que en vez de escribir mi vida, esta debía copiar mi escritura voluntariosa. 
Los fragmentos de identidad reconocen que esta contiene fragmentos de inmensidad, y así el infierno reclama un paraíso que lo apacigüe. El sosiego, al fin, solo aparece mediante el consuelo del Arte (poema "El secreto”...), aunque finalmente se advierta que, por mucho que se trate de convertir en himno la elegía, "También la palabra es un cadáver". Con lo cual la rebelión ante la tradición fatalista y la propia escritura regresan al fracaso inicial, asumido ahora sin aspavientos.
Creo que algo de eso se resume en el poema que te adjunto -y te he escrito con mi fatal letra en uno de los ejemplares-, "La construcción del poema", primera poética -todas aposteriorísticas más que apriorísticas- que escribí conscientemente como tal y que contiene algunos aspectos de mi pensamiento ante el hecho creativo. 
Apunte es este caótico; ojalá que no inoportuno. Y si lo es, no lo tengas en cuenta. Tal vez yo mismo disentiría de él si lo leyese dentro de una semana.

Feliz Año y Vida.
A. G.

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