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viernes, 11 de junio de 2021

La aventura del desamador.


Wagner: Muerte de amor


Érase un individuo que creía en el Amor, pero no en encontrarlo, pues -pensaba él- nadie concretaría en un solo cuerpo y alma la alta imagen que regía su existencia (lo cual a punto estuvo de llevarle a odiar misóginamente a la mujer, puesto que es esta la escalinata para ascender al gran amor). Pero su escepticismo le llevó a acumular amoríos simultáneos -porque algo hay que hacer mientras la muerte llega-. Y así, su vida era como un vaso irrellenable que debía llenar continuamente para demostrarse que merecía ser amado sin ni siquiera dar amor. Tal vez iba de isla en isla afectiva con la oculta esperanza de hallar un continente en el que hallarse a sí mismo. Fue descubriendo en su diferentes edades que cada edad ofrece sus desengaños y también sus felicidades. Pero lo que importa, en fin, es que llegó el momento en el que abandonó esa carrera de desamador amante y, aunque ya no buscaba damiselas con las que apaciguar sus ansias de infinito, siempre surgían nuevas historias a las que no sabía negarse.
     Un día tropezó con una dama y sintió que un imán le atraía y que no podía evitar mirarla, aunque naufragase. Sin embargo, no se acercaba a ella para no desilusionarse y, también, ciertamente, por temor al naufragio total … 
     La casualidad hizo que ambos se encontraran y, entre bromas y veras, él le contó la historia que acabo de bocetar, por lo que … 
     Pero el lector ya sabe qué ocurrió. Y si no, no ha vivido lo suficientemente.

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