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jueves, 15 de junio de 2017

La utopía de las urnas



        La muchedumbre siempre es analfabeta a su pesar: el "pan y circo" del que hablaba Juvenal es su educación y su cultura. Y desde ella observa, juzga y elige. 
       Votar es un derecho que se nos entrega al nacer: pero deberíamos educarnos para ejercerlo; simplemente porque nuestro voto no nos afecta solo a nosotros, nuestra minoría de uno, sino a esa mayoría tras la que nos amparamos y en la que, tristemente, nos escondemos. 
     ¿No debería todo aquel que se sabe ignorante de la sensatez (pero esto ya significa una sabiduría) renunciar a su derecho a elegir, puesto que desconoce cómo elegir bien? Se acabó el sueño de una persona, un voto. ¿Pero quién sino uno mismo será el juez que determine si debe abstenerse de tal derecho?
        Ahora que las masas asoman por el horizonte, eufóricas y agresivas, no hay que olvidar que lo importante no es participar, sino la calidad y responsabilidad de la participación. Que no es igual que triunfe el pueblo que el populacho. Y que las utopías no se alcanzan con incultura; ni con euforias.