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lunes, 26 de septiembre de 2016

Siete razones para no existir

Purcell: Lamento y muerte de Dido
Dido y Eneas

1.- Vivir es la conciencia de estar vivo: El feto carece de conciencia: de modo que son sus progenitores -sobre todo, la madre- quienes deben asumir tal concienciación. 
2.- El dilema del aborto es el mismo que el del suicidio o la eutanasia: nacer o no nacer; vivir o no vivir; morir o no morir. Ser desdichado o intentar dejar de serlo, como bien sabía Hamlet.
3.- Quienes carecen de razones proponen su fanatismo como razón y acuden a la mitología para imponer sus inquisiciones: el dueño de la vida es Dios y solo él la da y puede quitarla. Ese lugar común de la seudoteología se ha enquistado en el subconsciente colectivo y disturbia en exceso todos los intentos de comprender objetivamente el mundo. 
4.- Sin embargo, Dios no es ya suficiente coartada para la impunidad de quienes dictan sentencias subjetivas. No todos los ciudadanos son creyentes, ni Dios es una institución democrática: así que tal institución y sus regidores religioso-políticos se constituyen en la más clara imagen de una dictadura. Es decir: en la representación de la abolición de la libertad individual, la única que existe.
5.- Por otra parte, el fin de la existencia es la evitación del sufrimiento y la consecución de la felicidad, que, como ya se sabe por Epicuro, es "la ausencia de dolor".
6.- Preguntémosle ahora al feto herido -es decir: a su madre responsable- qué quiere hacer con el regalo que le espera cuando nazca: una vida que solo un verdugo le daría.
7.- ¿Respetaríamos su decisión como se respeta un voto en las urnas?