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lunes, 3 de agosto de 2015

Un poema de Andrés García Cerdán (Antología, CLXX)

Andrés García Cerdán

Veneno

No hay —lo ha escrito Dostoeivski—
una herida más grande que el lenguaje.
En la saliva somos esa muerte
que no nos deja de ocurrir. Nos duele
con la clara mañana de los días
no saber hacia dónde nos lleva la marea,
y su rumor nos despedaza y toda
la luz es un dolor inalcanzable.
Los labios son ahora de los perros.
Respirar es ahogarse en lo no dicho.
¿Es lenguaje el silencio? A los surcos
sin sentido caemos, avanzamos
entre fuego y despojos, con el miedo
muy dentro de la carne, condolidos,
con esta herida abierta más que nunca,
como nunca doliéndonos, surcados
por un veneno hecho de venenos.
En mitad de la noche nos despierta
un terremoto: es él otra vez. Rompe
las líneas que quisieron ser rectas
y las traza indolente, insultante,
sobre el cauce salvaje de otra herida.

                             Andrés García Cerdán, La sangre (Valparaíso, 2015)

Comentario del autor:
El tono de "Veneno" es, quizá, algo cáustico, herido, de los más duros del libro. También desde el lenguaje nos desangramos. Casi siempre se canta la lengua como vía de escape y como encuentro y hallazgo de los cielos superiores, de las verdades decisivas, de la alta vida. Existe, sin embargo, esa otra postura desde la que el lenguaje es un esfuerzo de conocimiento de uno mismo, una forma de ruptura con la identidad, una debacle incapaz de salvarnos. Entre el expresionismo, la poesía del silencio y los nihilismos posmodernos de la desintegración espiritual. Creo que presentar el lenguaje como realización primera y, al mismo tiempo, como muerte, como pequeña muerte continua e inevitable y necesaria, le confiere al poema una atmósfera órfica, asfixiante a veces, de afasia si se permite la expresión, que por un lado me atrae con fiereza y por otro lado me asusta. Temor y temblor en la pequeña ciudad del corazón y del poema.

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