A estas alturas del invierno Garcilaso sigue
cayendo desde aquella fortaleza
y moribundeando bajo el peso
de una roca aterida hace milenios
tal vez de otra galaxia.
cayendo desde aquella fortaleza
y moribundeando bajo el peso
de una roca aterida hace milenios
tal vez de otra galaxia.
Entre tanto,
Novalis, varios siglos después,
escribe cantos tristes en mitad de la noche,
y Beethoven se esfuerza en transformar
sus ansias de suicidio en el más noble
canto que puede tributarse al humanoide,
Van Gogh muere despacio convertido en un cuadro
y Schumann sueña alegre
que nadie ha rescatado su vida y su locura
-ya cadáveres-
de las aguas del Rhin.
Rodeado de todos -y muchos más-, yo miro
cómo llega la muerte mientras mi pluma traza
garabatos errátiles que quieren ser poemas,
y le pido entre vértigos que me deje escribir
tan solo un verso más que justifique
mi frágil existencia en esta inmensa
roca estelar que hemos llamado Vida.

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