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lunes, 28 de noviembre de 2022

Carta a Marí - Vrl 3

Carta a Marí

        … soporté el bombardeo bastante bien, acaso 

                            porque me acompañaba el continuo recuerdo 

                            mío hacia usted… (Noviembre, 1936)


Dicen que tengo el rostro de Rubén 

Darío y que como él 

soy clásico y moderno, serio y lúdico, 

misántropo y huraño.

Mis retratos y mis paisajes son 

tentativas, pergeños 

para el cuadro indeleble

que pintaré algún día,

la conclusión de un silogismo estrábico

de un hombre provinciano

iluminado por la metafísica

y un ansia trascendente.

Soy

el color del bisonte en la caverna

y las manos plasmadas como rúbrica 

en el techo de roca.

¿No son retratos de la humanidad?

Si vivir es un tránsito a la muerte, 

solo el arte nos salva del naufragio. 

Muchos de mis coetáneos 

-músicos y pintores y escritores-

reciben el aplauso de las gentes; 

la vida les sonríe; solo yo 

permanezco en la sombra, en el silencio 

que estalló tras las bombas, alejado 

del mundo y de mí mismo. ¿No seré 

digno de una existencia más allá 

de este presente oscuro y lastimoso?

Me dedica mi amigo Óscar Esplá 

sus Canciones playeras; y me alegro;

pero yo sigo siendo nadie. Acaso 

no merezco el aplauso, no me he dado 

bastante al arte y a los hombres. ¿Debo 

consolarme con reivindicaciones? 

¿Soy solo lucentino o universal?

Mis paisajes evocan la verdad,

la realidad de la Naturaleza,

y mis autorretratos quieren ser 

la identidad más honorable y cierta.

Mi oblicua perspectiva, mis trazados 

ansiosos de ser bosques de color, 

mi principial mirada a lo concreto 

para transustanciarlo en emociones… 

son místicos lirismos escondidos.

Pero no es suficiente el esforzarse 

cuando nos falta el genio.

Yo sueño con pintar una Gioconda, 

una Dama de Elche vareliana 

con las facciones de Marí la Bella.

¿Tal vez ha fusilado mi pintura 

el silencio que deja toda guerra 

y he muerto para mí y todo ser vivo?

Mi querida Marí: yo te confío 

estas tristezas porque algunas veces 

veo en tus ojos que me ves por dentro.

Tu espíritu está anclado en mi memoria.

Debes saber que, aunque olvidado y solo,

yo seguiré pintando.

Y resucitaré.


domingo, 27 de noviembre de 2022

Un puñado de polvo y de ceniza

El pasado es un presente inevitable; por eso debemos hacer buen uso de él: ni despreciarlo ni adorarlo, ni convertirlo en un altar ni en una cripta. No es un cadáver y tampoco un fantasma; y, menos aún, un dios. Debiera ser un buen maestro y, luego, un olvido, un puñado de polvo y de ceniza.


sábado, 26 de noviembre de 2022

La Muerte de la Amada.


La Muerte de la Amada





Maravillas de la pluma

 

Para saber si es un mal poema:

Pregúntate si te está descubriendo algo del mundo, o de ti mismo, o de tu mundo.

Ejemplo consuetudinario -de cuyo autor no quiero acordarme- de poesía ultimísima:

Periplo amorítimo

En la barra del bar
he aparcado la pluma.
Prefiero estar contigo
debajo de la mesa.

viernes, 25 de noviembre de 2022

El abrazo de Azula.



Azula siempre quiso saber por qué se llamaba Azula, que no era su nombre, sino aquel con el que la había bautizado un amoroso arzobispo al contemplar el marítimo destello de sus ojos. 
     Como digo, Azula siempre quiso saber por qué el cielo se parecía a ella, pues eso era lo que le decía su enamorado, al que desdeñaba porque no acababa de creerse lo de que, cuando se casasen, dejarían de ser pobres: decía ella que, al embarazarse y dar a luz, en vez de tener gemelos tendría dos millones de euros, a repartir. 
      Le gustaba perseguir luciérnagas, violetas, estrellas... y un día atrapó un sueño y despertó en la isla de la Felicidad.
     Otro día, cual valiente caperucita, fue al bosque que tanto amaba a conversar con el lobo, su antiguo novio. Había decidido morderle, vampirizarlo y salvar a su perrita Lula, violada por el tal lobuno, que ya había sumido en la melancolía a la abuelita fiel.
     Cenicienta, que pasaba por allí en busca de un buen príncipe, no se lo podía creer y se salió de este cuento, al que no había sido invitada. Otro tanto le ocurrió a la Bella Durmiente, que se marchó a roncar a otro lugar rupestre sin despedirse de Azula.
     Entre tanto, el narrador de esta aventura indig(u)ente, fulgente y renuente miró al horizoncente disimulando para que no le silbasen por no saber contar ni siquiera un cuentecillo extremaunciónico, y se disfrazó de poeta arborífero grabando en los troncos estos versos trapecios:
                               "Si quieres que te ame           Azula,
                                 enamórate de Lula".

miércoles, 23 de noviembre de 2022

Emilio Varela (2) - El mar introspectivo

El desaliento 

…no sé pintar ya, ni sabré pintar nunca…

mi vida no tiene razón de ser en este mundo… 

                            (Emilio Varela)


Torrentes de errabundas soledades

desembocando en ensimismamientos

y amarga introspección me conducían

a odiar la vida y querenciar pinturas

para que mi existencia perdurase 

en un arte inmortal. Pero fié 

más en el juicio ajeno que en el mío 

y la desolación me poseyó.

Quería honrar el mar, aunque mi muerte

fue una caricatura, como un salto 

a un charco diminuto. También Schumann 

se arrojó al Rhin y fue salvado por

unos barqueros que desconocían

que vivir es a veces un infierno. 

Ellos no comprendían, no veían 

mis íntimos dibujos, mi retrato,

no escuchaban mi música interior:

Me llaman los suicidas del pasado, 

la leyenda del sueño inconseguible: 

el creador que no crea es un cadáver;

quiero que el mar posea mi destino.

Lego al mar mi fracaso.




Ver


lunes, 21 de noviembre de 2022

El manantial del creador.

Strawinski: La Sacré

1.- Dice el tópico que al artista feliz no lo violan las musas. Que hay que ser un sufriente creador para que la creación alcance el pedestal de la genialidad. Permanece entre las señeras estatuas de la cultura ese icono del creador torturado por su arte, ensimismado en dar elocuencia a su pluma, pincel, pentagrama... 

Son los rostros del genio enloquecido por la clarividencia, la lucidez y la visión los que alumbran, relumbran y deslumbran. Las efigies de Shumann, de Van Gogh y de Poe arrojándose al Rin, pistoleteándose el pecho, ahogándose en alcohol son las que forjan la tríada inmensa en busca de un masallá oculto en los abismos de sus mentes. 

Es cierto que el creador ha sufrido, más que gozado, su condición artística. Ha sufrido la persecución de sí mismo por todos los ensueños, la incomprensión de todas las cegueras artistoides, la soledad de aquel que reconoce su verdad entre todas las supuestas verdades de quienes desconocen que no existe verdad definitiva y que solo quien crea la renueva y la entronca con el camino de la tradición, río que anda.

Y es cierto que en busca de algún cielo se quema en un infierno interior y social. Al creador no le basta el mundo que lo ha creado y necesita añadir y añadirse a ese mundo. No es conformista ni, por tanto, dichoso; o quizá es al revés. ¿Quién sentirá la compulsión creadora sino aquel que, por insatisfacción, intenta ser un breve dios puliendo una creación que no existía? Quien está satisfecho con el mundo o con su obra no se plantea retos ni ve fisuras en el Universo. De modo que sí: la infelicidad es más creativa que la felicidad, siempre más gustadora y sibarita de lo que ya existe: de heredar que de legar.

2.- Ahora bien: es igualmente cierto que tal afirmación no debe conducir a idolatrar el sufrimiento ni sus consecuciones. Porque, además de que el mundo ha cambiado desde la hecatombe elegíaca al hímnico deseo, el creador ha sentido, en medio de su penuria íntima o social, edenes que solo él disfrutó como respuesta a sus infiernos, y su arte es a su vez combate, victoria y derrota, desazón y sosiego, ansiedad y consuelo... remansos en la tromba o la catástrofe. 

¿Cómo no admirar la fuerza de la pasión, sufrimiento y paraíso de Beethoven durante 20 años, desde el purgatorio suicida de Heligenstald hasta las praderas del firmamento en la Novena? ¿Y la lucha de Wagner por imponer un arte que aún tiene detractores? ¿Y, ya lo he dicho, las sucesivas lúcidas locuras de Van Gogh? ¿Y la clarividencia introspectiva del inconmensurable Dostoiewski?

Solo el ser incompleto lucha por completarse y complementar el mundo que ha heredado. Pero ¿quién podrá negar igual creatividad en la armoniosa obra de Rembrant, de Mozart o de Bach

Y sin embargo, una pregunta vuela desde el amanecer hasta el ocaso de todas las edades: ¿De verdad son más altas, por ejemplo, las perfecciones de Borges que las perturbaciones y zahúrdas de Sábato? ¿Cómo armonizar la asimetría, como consigue Strawinski en la violencia sonora de La consagración de la primavera? ¿Cómo pasar, en el poema, de la metáfora a la visión sin violentar la imagen?

3.- El artista nace y se hace: nace signado por unos genes y una experiencia serena o perturbada. Luego viene la autoeducación: la lucha entre su corazón y su cerebro, sus pulsiones y sus racionalismos. Finalmente el artista creador es el resultado de la frase de Miguel Ángel ante una roca: la estatua está ahí, solo hay que quitarle la piedra que le sobra.

La condición artística nace de la podredumbre racional: el fracaso de la razón para darle sentido a la existencia. Y para mitigar esta hay quienes se refugian en el arte como  única fe con la que vislumbrar la resiliencia.

Realismo y surrealismo son las dos musas que atenazan o liberan al creador: huir de las visiones o acercarlas a la realidad inteligible. Lo demás son variaciones de estas dos. Domesticar la musa y armonizar sus contrarios debe ser el emblema. 


Así pues: la razón impulsa a comprender; la lógica intenta apropiarse metódicamente de esa necesidad para dar respuestas definitivas olvidando que también ella es efímera o cambiante. En resolución: el arte es la gran respuesta -una intuición inducida por la pasión y troquelada por la razón- al sinsentido del vivir.

Ahora bien: acabado el proceso creativo, triste obra de arte la que solo es reverenciada por los eruditos o especialistas y no es sentida por quien simplemente ama la belleza y la descubre con el corazón: el racionalismo emocional. 
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Soliloquio del artista

Retrato del artista

domingo, 20 de noviembre de 2022

La muy malvada

 

Rimsky: El príncipe y la princesa

Braque

Entonces él le dijo:

Cuando quiero soñar leo un buen libro

o pienso en ti.

Pero no le creyó.


Palabras germinales

Brahms, I, 1
 

El poema -la obra de arte- debe contener todos los elementos necesarios para poder ser apreciada; si no, necesitará contextos y no palabras; son necesarias las palabras que contienen la esencia, no las circunstancias; es decir: hay que escribir el sema y saber dónde termina este y cuándo se necesita alguna breve circunstancialidad o anécdota; esa es la tarea del autor.

La obra autónoma, autosuficiente, nutricial.



viernes, 18 de noviembre de 2022

En una isla desierta

Frank: Sonata

Debo reconocer que leyendo aprendí que sabía muy poco de los hombres: que pasamos nuestras vidas creyendo conocerlos porque estamos día a día con ellos; pero olvidamos que pocas veces somos como nos mostramos y que nuestros más íntimos secretos, nuestro verdadero ser, queda oculto y solo se manifiesta en los escasos momentos en los que se establece una comunión misteriosa con quien nos acompaña: y eso es precisamente lo que ocurre en los libros; sin necesidad de que algo suceda e implique a dos personas, una le dice a la otra toda su mismidad, le desemboca su misterio, abre su corazón tal como es. Todos los libros son rostros, no muecas inexactas...

 ¡Qué gran compañía la de los libros...! Estar en una isla desierta -por ejemplo, este mundo- llena de preguntas; y entre ellas la de ¿qué libro me llevaría a semejante lugar? Afortunadamente, ¡hay tantos! ¿Por qué contentarse con uno?





jueves, 17 de noviembre de 2022

Envejecer


Prokofief: Danza de los caballeros


Envejecer es nacer 
con una mirada nueva

que nos permite ver otro universo.

miércoles, 16 de noviembre de 2022

Sobre la inexistencia de la muerte.


e
Rachmaninov: Preludio


Anoté hace unos días que la población humana de la Tierra ha sido, hasta ahora, de unos cien mil millones ("de cadáveres", agregaba); añado ahora que el número de células del cerebro humano es, también, y coincidentemente, de cien mil millones, la misma cifra de estrellas que se contienen en nuestra galaxia, la Vía Láctea. 

Qué notable azar: eso nos lleva a considerar que existe una estrella por cada hombre o mujer muertos y por cada célula cerebral de un hombre o mujer vivos. ¿Resultará verdad que cuando morimos nos vamos "al cielo" convertidos en astros, y que ese cuentecillo infantil no es solo una fantasía consolatoria? ¿Seremos todos presuntos catasterismos, a la manera de la mitología griega? ¿Ocurrirá igual en las otras innúmeras galaxias?

¿Tal vez la muerte es el agujero negro que nos conduce a otra dimensión y allí continuamos existiendo? ¿Tampoco será una fantasía aquello de "la comunión de los santos"? 

¿Quién tiene memoria cósmica que pueda responderme? ¿O también se cumplen aquellos versos que dictan que "la muerte es una puerta / tras la que abandonamos los recuerdos / para entrar, transparentes, en nosotros"?

martes, 15 de noviembre de 2022

El rostro del autor.



     Lo que pretende el autor no es el aplauso egoísta y superfluo. Eso tal vez lo persiga el plumífero, el compositorzuelo, el pincelador, todos cuantos desconocen que el arte implica creación. El autor es un creador, no un copista más o menos diestro. Pretende -y lo cree su deber- mostrar otros mundos para sí mismo y para los demás: otras imágenes, otros matices, otras perspectivas que actúen como contrafanatismos. ¿Por un piropo efímero de las masas va a soportar el creador la incomprensión de sus conciudadanos o coetáneos? 
     Naturalmente que se alegra de que se reconozca su esfuerzo. Si se condena esa alegría se está condenando también al creyente que sabe que con sus buenas obras para los demás está comprando un lugar en el cielo para sí mismo. O predicando que el enamorado no debe amar ni confesar su amor porque cuanto más ama más se alegra su corazón y se enriquece su vida. O al médico que se siente feliz por salvar vidas. 
     No: el creador inconformista recorre un proceso de dicha y sufrimiento en su creación, cuyo dolor acepta porque si huyera de él sería como desertar de su misión: dar, poner luz, hacer crecer al Hombre, añadir algo al mundo que le rodea, ensanchar el universo.   
      Un ejemplo ejemplar, además de las persecuciones sufridas por tanto sócrates, jesucristo, copérnico, miguelángel, vangogh, góngora ... : Cuando en 1802 Beethoven decide consumar su suicidio, aquejado de una terrible depresión porque no puede sufrir más su sordera galopante, una sola cosa lo detiene, según escribe en su Testamento de Heiligenstadt: "No puedo irme de este mundo sin darle a los demás cuanto llevo dentro". Y dio al mundo desde ese mismo año la Heroica; y después, la Quinta, la Sexta, la Séptima, la Novena, la Misa, la Hamerklavier, la Gran Fuga... 
     ¿Acaso el mundo sería el mismo sin esas obras y las de cuantos aprendieron de él: Schubert, Schumann, Wagner, Brahms...? 


lunes, 14 de noviembre de 2022

Quien no duda no busca.

Haendel: "Largo"

La historia del hombre es la historia de cuantos han ido desechando las verdades tenidas por definitivas para ampliarlas o sustituirlas por otras más probables que posibles. También es un camino desde el dolor hacia el placer tanto hedonístico como metafísico. Y lo es, igualmente, desde el egoísmo hacia la solidaridad.
     Así, lo que queda en las ciencias, artes y pensamiento es aquello identificativo del ser humano. Lo demás son obstáculos en una carrera de relevos hacia el corazón de la Humanidad.


viernes, 11 de noviembre de 2022

Vírgula 2



LA PRODIGIOSA DÉCADA ORIOLANA

Apuntes de una educación sentimental1

Antonio Gracia

El despertar

Yo despertaba de mi adolescencia. Una peseta al día durante los veranos (era el salario que mi padre me regalaba por ayudarle en el almacén), más alguna que yo hurtaba, fueron mis primeros ahorros con los que empecé a autobibliotecarme. Yo tendría diez, doce años. Mi padre, inteligente intitulado, sabio y poco erudito, hablaba como un eco lejano de la calle, del hambre y de una guerra. Mi madre, hija de las supersticiones de aquel tiempo, trabajaba con él de sol a sol. No comprendía yo cómo a un niño le quitaban de pronto su lenguaje: nacemos y entendemos el mundo a través del contacto con las cosas; nuestra piel nos nutre nuestra mente; besos, arrullos, el pecho maternal, la infancia como un trozo de carne moldeable, la carne sensibilizada como único lenguaje para sentir y hacer sentir: y de pronto, cumples algunos años, te alejan de los cuerpos, te prohíben el tacto, lo que era puro amor pasa a llamarse sexo y quedas paralítico y mudo, manco y ciego, y con piernas para correr hacia una explicación del abandono. La adolescencia significa la muerte de la infancia: pero su asesinato. ¿En qué mundo había yo caído, donde todo era contrario de sí mismo? Tuve que refugiarme en otros seres humanos más humanos: los libros.

Para continuar leyendo pulsar 

La prodigiosa década oriolana

Vírgula. Revista del Grado en Español: 

Lengua y Literaturas 

Vírgula. Revista del Grado en Español: Lengua y Literaturas, 4 (2022)


jueves, 10 de noviembre de 2022

Así en el arte como en la vida.

 

B "Claro de luna"


En la vida de toda obra de arte hay dos tramos: el que va desde la conciencia creativa del autor a la creación, y el que, una vez acabado el proceso creativo, pertenece al antojadizo o noble perceptor.

El primer tramo es el que importa y en el que el autor es el único demiurgo. Sus dudas, sus esfuerzos por convertir la inspiración en reflexión emotiva, el borrador en pulimentación, lo vislumbrado en un ser concreto ... son los elementos que consiguen superar toda dificultad hasta lograr el fragmento de identidad humana que es, o debe ser, toda obra nacida de los hombres que pretenden redimir el mundo con el arte.

El segundo tramo nada tiene que ver con el autor y todo con el mercantilismo y la fanfarria del mundanal bullicio, ese invencible monstruo que es, precisamente, el que devora al individuo y da muerte al artista. Por eso cuando este inserta los intereses de la obra (consecución del éxito...) en su creación está podredumbrando y malversando la nobleza artística. 

Tal pintor, músico, novelista, poeta, escultor y similares homínidos del arte son sus matarifes. 

El arte es una necesidad síquica, no una circunstancia del factor económico o ególatra.