R Strauss: Muerte y transfiguración
El plorero consiguió detenerse y consecuenciar:
Estoy vivo y, mientras tanto, sujeto a las leyes de la vida, que incluye la muerte: todos los días percibiré latigazos y caricias del tanatos y el eros. 
Unos y otros se irán como han venido, hasta que un día se queden para arrastrarme con ellos. 
Debo acostumbrarme a su cotidianidad y a sus embates, a no sobresaltarme o a vencer enseguida el sobresalto, su empujón, el susto de lo desconocido. 
Y a pensar que ese dolor lo inventa más mi miedo sustancial que la realidad. 
Mi cuerpo, como todo envoltorio, se desgasta y queda inútil para sentir o recibir bien la emisora de la vida. 
Y moriré y solo pasará mi tiempo de vida. 
Si lo acepto así todo es natural y sereno. 
Debo detener al niño que sigue fantaseando pesadillas y sufriéndolas. 
Si es posible desterrar el dolor -el miedo-, somos libres.
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