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lunes, 16 de julio de 2018

El abrazo marchito.

Monteverdi: Lamento de Ariadna

Se reencontraron en medio de la noche y se miraron temiendo no saber quiénes eran, si los mismos u otros. ¿Reanudarían su relación de amigos y de amantes, o la reducirían a la de amigos imposibilitados para amarse?

Tras las primeras palabras (¿me quisiste?, ¿te quise?) despertó la ternura su pasado oleaje y se unieron las manos, las bocas, el deseo. 

Una estrella miraba, desde su oscura cima, el abrazo, las lágrimas, los susurros de nácar.

Cuánto amor se esparcía por la noche callada desde el beso incesante.

El silencio era un cántico y el tiempo un pasajero que instaba el corazón a seguir palpitando más cerca y para siempre.

Ella dijo que sí, y él también dijo sí. Querían revivir la rosa que vivieron.

No obstante, la mañana los volvió a separar. El ansia del amor fue vencida por la ansiedad del dolor.

En el aire quedaba un beso errante.

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