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jueves, 4 de diciembre de 2014

El abrazo sereno

Purcell: Dido y Eneas (Lamento)

Hablaban P y T:

- Lo que te ocurre es que, al quedarte sin pareja, necesitas llenar el vacío afectivo de esa ausencia. Y tal necesidad te empuja a creer que lo que sientes por mí es lo que quieres seguir sintiendo toda tu vida. Pero lo más probable es que yo sea una persona de tránsito en la que sostenerte mientras recuperas el equilibrio emocional.
- Pero si yo te quiero...
- ... O necesitas creerlo como necesitas que te quieran: tal vez  lo que sientes sea nada más que un espejismo.
- Te necesito...
- Eso es: ¿Me necesitas y crees que me quieres o me quieres y por eso me necesitas?
- ¿Tú no me quieres?
- No es fácil acotar el afecto, el amor, la necesidad emocional, el desear la compañía de otra persona... es preciso que surjan unos vínculos emocionales, intelectuales, cotidianos... Y desvincularse de los anteriores... Hablo de vínculos esenciales, no circunstanciales: y el enamoramiento, por mucho que le pese al romanticismo, solo es una circunstancia del amor. Enamorarse no depende de nosotros; amar y sostener el amor, sí. El flechazo es cosa de la biología y el laboratorio del cerebro; pero después de vivir la fascinación queda la convivencia, que es el arte de dar y recibir sin magias, la mutua tolerancia, la recíproca aceptación de que hemos dejado de ser dioses para ser simplemente hombres y mujeres acechados por la prosa cotidiana, el diferente temperamento...
- O sea: que no me quieres.
- O sea: que quiero quererte porque siento un impulso casi incontenible hacia ti, como deseo que tú lo sientas hacia mí. Quiero tu compañía. El tiempo que deseemos estar juntos depende de que nos convirtamos en imprescindibles, cada día, el uno para el otro. No puedo decirte, ni quiero que me digas, te quiero "para siempre". Sería falso, o una ilusión. Sé que no me gustaría perderte. Otra cosa es establecer un pacto de por vida, una convivencia dichosa al margen, o además, de los romanticismos... Querámonos hoy, y mañana... Y dejemos que, ofreciéndonos cada uno lo mejor de nosotros, ese día y ese mañana sean duraderos, ojalá que interminables...
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