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martes, 9 de abril de 2013

Los caminos del héroe



A
Dédalo modeló la lujuriosa Vaca en cuyo interior se acomodó Pasifae para conseguir ser eyaculada por el Toro del que se enamoró, engendrándose así el Minotauro. 
Dédalo construyó el Laberinto en el que Minos, hijo del Toro Júpiter, fecundador de Europa sobre tierras de Creta, encerró al monstruoso y devorador hijo de su lasciva esposa. 
 Dédalo entregó a Ariadna el hilo con el que Teseo conseguiría salir del Laberinto una vez muerto el Minotauro.

B
Como la Vaca, el mundo todo es máscaras, mentira y represión de toda especie. Para ser uno mismo hay que seguir los caminos del héroe y enfrentarse al laberinto de la culpa yacente en el inconsciente colectivo y, por lo tanto, en cada ser consciente que entra en sociedad. La culpa es monstruosa y minotáurica, devora la conciencia e instala mecanismos de castigo y perdón, anuladores de la voluntad que exige todo autodeterminismo. Pocos quieren devanar e hilvanar el ovillo de Ariadna y de Teseo para encontrar la libertad: porque con tal antorcha en nuestras manos ya no podemos excusar nuestros errores acudiendo al destino o a los dioses: ya somos obra nuestra, padres e hijos de nosotros mismos.

A.1
¿Por qué el divino y diabólico Dédalo edifica el laberíntico Universo, encierra en él al monstruo, le sacrifica vidas y muestra una salida inextricable para quien se aventura, heroico, en la existencia? ¿Por qué es Dios y Diablo, verdugo y redentor?

B. 1
¿Existe Eros sin Tánatos? La lujuria amorosa de Pasifae y Ariadna, y la castración de Minotauro y Minos, permiten sugerir que el Artífice que rige las galaxias insertó el instinto de supervivencia en la criatura humana para que fuera corneado por la Muerte. 
Así, el nombre de la vida es Agonía.

Esto clamó Salicio a Nemoroso:
Forse altri canterá con miglior plettro.