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viernes, 22 de marzo de 2013

POR FIN, la edición de bolsillo.

Henry: Variaciones para una puerta y un suspiro

Finalmente, y por fin, llegaron tinta y papel del ministerio de Internet, solicitados aquí. Los internáuticos lectores no podían esperar más el viaje a las páginas del vellocino de oro, lacustre manuscrito salvado del diluvio de las letras con que -¡Ay!- nos castiga tanto señor feudal aupado entre sus predios. 

Por lo tanto, no debo retrasar la edición de bolsillo de los 100 poemas en un blogy menos ahora que acaban de cumplirse 13 meses del inicio de este blogoviaje. Hay que wert lo que hay que wert en este mundo en el que hay tanto que wert a pesar de Wert.



Cierto que sin ilustraciones y con erratas de linotipistas sahumeriados no es lo mismo. Ni sin tejuelos de oro y madreselvas inspiradas, como los anteriores, ya disputados millonariamente en las subastas incunabilenses (y que el extasiado lector puede inmacular pulsando AQUÍ). También es anacolutense que la tipografía, diseño y otras sublimidades sean de tan escasa calidad que algunas páginas, versos y otras golondrinas parezca que trinan o revuelan.

Tal vez, al menos, el desocupado admirador de estos tesoros agradecerá que la adquisición de su ejemplar sea gratuita, pues no nació la poesía para ser comerciada -ni beberciada-, sino para esplandiar las entrañas. 


Y sépase de una vez -dicen algunos publicistas hiperbólogos-  que es este uno de los poetísimos libros -y desejemplarizante antologatio- que el maximísimo y abdicante Papa ha escogido como uno de los  títulos con los que deleitarse en su papal retiro.

Pero dejemos las celestes jerigonzas y pasemos a la sabiduría versátil: (próximamente, casi ya, que aún no han llegado los sellos).