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miércoles, 3 de octubre de 2012

Exordio sobre el Loewe



Sumario. Polémica.
Exordio sobre el Loewe
Antonio Gracia
Marzo 2005
En la La Polémica de este mes de marzo de 2005 y en exclusiva para los lectores deLiteraturas.com, el reciente ganador del premio Loewe de poesía - desposeído de él por haber sido galardonado en otro concurso- Antonio Gracia, pide nuestra tribuna para matizar algunas cuestiones. Este documento es de utilidad pública. Una EXCLUSIVA de Literaturas.com
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¿Qué puedo decir sobre el premio Loewe que no haya dicho ya? Me siento causante, no culpable. Creo que, si fui raíz de un lamentable incidente, fueron otros los voceros de la inesperada pompa y circunstancia. El jurado, por descalificarme -justamente-, descalificó con sus comentarios la finalidad del Premio, que era resaltar algún nombre de entre los 1.108 concursantes. Lo cual no me sirve de excusa ni me exime de lamentar, una vez más, lo sucedido; sobre todo por el esfuerzo cultural de don Enrique Loewe y por el autor a quien le hubiera correspondido el premio, ya que, como en cualquier olimpiada, debería ganar el siguiente de los cualificados.

Ahora bien: ¿Quién presentaría una obra ya premiada a otro concurso esperando que, si volvían a premiarlo, no se supiera en unas horas? ¿Qué pensar de un país que antepone el linchamiento a la presunción de inocencia? ¿Por qué iba alguien a procurar su propio entierro? ¿Qué decir, si la sociedad prefiere una mentira convincente a una pobre verdad? ¿Por qué no se acepta el elemento error y se da por seguro el de alevosía? ¿Por qué se desechó como imposible el remoto temor al que aludí en voz alta: que todo se reducía a que el folio de un mismo título figuraba sobre dos libros diferentes y que estos habían invertido su destino? ¿Por qué, antes de que pudiese aclararlo, ya lo habían ensombrecido los amigos de las crucifixiones? ¿De qué manera mágica escuchar la voz de los fantasmas disfrazados de personas? ¿Qué decirle al poetiso L. A. de Villena , convertido en manso Loewe feroz de la España de charanga y pandereta? ¿No es preferible ser nadie en un mundo en el que ser alguien significa haberse vendido a las convenciones de la famamundia?

El mundo sería mejor si algunos no lo emponzoñaran teniendo como divisa que la sospecha es prueba de culpabilidad; entre estos, cada uno piensa del otro lo que no quiere reconocer de sí mismo: el metalúrgico Marzal , premiado loewemente por un libro con varios poemas ya publicados, ¿no debiera haber hecho mutis por el foro? Algunos, llevados por la ira, me regalan públicamente denuestos y lindezas, y luego me escriben embalsamadas cartas excusándose por sus excesos, cosa que les honra tanto como el hecho de que comprendan y disculpen mi torpeza; pero, si Calderón propuso que “A secreto agravio, secreta venganza”, ¿no debiera hacerse “A lo que es pública ofensa, un público desagravio”?

Naturalmente, hay que tener en cuenta las opiniones ajenas; aunque no hasta el punto de que anulen nuestro criterio -a menos que sus razones sean más razonables que las nuestras-. ¿Es razonable que una decidora tan clara como la Janés envuelva en varios folios un piropo sobre un libro -del que lee, además, varios poemas- y al día siguiente lo condene afirmando que a nadie le gustaba pero alguien tenía que elogiarlo? El señor Bonald se muestra poco caballero cuando afirma que soy un impresentable: supongo que tiene como referencia a sus compañeros parlanchines, todos más éticos, perléticos y perliperlambréticos que yo, que sólo soy un verso perverso, desertor por un instante de su retiro frailuisiano, y cuya escritura sólo vale en tanto que me sirve de terapia cuando escribo.

¿Pues qué decir del malinformador T.G. Yedra -de la agencia Colpisa, según dijo-, y otros periodistos verborristas, que en vez de repetir respuestas las inventa? ¿No sabe que, en el lenguaje, el orden de los factores altera el producto y cualquier alterador que lo alterase perfecto impostor será? ¿Y del señor Juan Palomo , quien habla de mi menuda jeta cuando él tiene tan grande el pico?

¿Debiera yo enfrentarme, verbal espada en mano, a tanto mosqueperro ladrador nacido en estos días, ya que mi pobre verdad no convence porque no es una mentira respetable? La valentía no consiste, a pesar de D. Quijote, en luchar contra la necedad, sino en mantenerse al margen de ella. ¿Debo considerar a los que afirman que llegué como anillo al dedo y que fui cabeza de turco en la que se lavó el honor de un certamen que necesitaba una limpieza? No comparto yo la desmesura del italiano Fogazzaro , quien afirmaba que “en los tiempos de La Fontaine los animales hablaban; hoy escriben”. En lugar de eso, diré lo que tal vez sólo yo pueda decir y ser creído: suele pensarse que los concursos de renombre están amañados; prueba soy de que es falso: era un desconocido ayer y vuelvo hoy a mi anonimato, del que nunca debiera haber salido.

En fin: ya nos mostró Cervantes que hay dos formas de afrontar al ofensor: mientras Avellaneda, queriendo que prevaleciesen su nombre y sinrazón, ultrajaba a Cervantes, éste, más noble y comedido, repudió todo acceso de cólera y dejó que los gritos del apócrifo se convirtieran en sus propios fiscales.

También yo debería haber callado: pero claro está que no poseo la nobleza cervantina y sí sus despistes autoriales. Además: ¿no se ofendería tanta aristocracia intelectual si un provinciano tuviese la mala educación de no acusar recibo de su verbo?

Posdata
(Por cierto -al parecer-, lo menos importante para quienes consideran que lo que importa es cerrar el caso rápidamente): 
Basta con ojear la escena del supuesto crimen, publicada por ABC, en la que la misma encargada del concurso Espronceda declaraba -pero nadie quiso verlo- que yo llevaba meses negándome a dar mis datos bancarios: es decir, que yo había rechazado ese premio hacía mucho por la misma razón que antes lo había hecho con el Ciudad de Baena -y luego con el Ciudad de Ronda-: porque me importa el texto -cuya corrección no me aceptaban-, y lo envío a una editorial o un concurso para publicarlo pulimentado, no para cambiar mi vida por dinero.

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