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lunes, 10 de abril de 2017

El abrazo de Judas


Grofé: Suite del Gran Cañón

Querida Feldes:
Te agradezco que te sinceres conmigo y me digas lo que ya había oído como un rumor clamoroso -antes o después todo retumba en los oídos de todo el mundo-. 
     Por fin sé que es cierto que viviste una década en casa de tu padrino y que ahora te enorgulleces de haberte ido a vivir tu vida queriendo, además, sacarle unos euros con no sé qué jugueteo de chapuzas alquilerísticas, a pesar de que durante esa década él, por el cariño que te tenía, te mantuvo en su casa gratis, gratuidad y tiempo libre que te permitieron conseguir la mayoría de las cosas que ahora tienes dentro y fuera de tu cabeza. Sin duda tu comportamiento es un modelo de astucia digna de Ulises: aprovecharse de quien te tiende la mano para cortársela. 
     Qué admirable ejemplo el tuyo para el feminismo al mostrar que, si el hombre puede ampararse en la impunidad, la mujer también, ¡qué caramba! Ahora sí que no hay duda de la absoluta igualdad entre hombres y mujeres.
     Por supuesto, también me alegra saber que me quieres tanto que por fin, ahora que tienes ese dinerillo, ahorrado tan éticamente, has decidido que podemos vivir juntos.
     Tengo solo una pequeñísima duda: ¿Quién me asegura que  -regida por la veleidad de tu carácter- lo que has hecho con quien, por lo que se deduce, tan bien te trató, no vuelvas a hacerlo conmigo, por muy bien que te trate? ¿Por qué será que me acuerdo estos días del cuento de Valera, aquel de la historia del burro desaparecido, el que termina diciendo "¿El que no te conozca que te compre?"