Visitas

Seguidores

viernes, 3 de junio de 2016

Dulcineando


El sueño imposible

Autógrafo en El Toboso

He estado en Belmonte y no he encontrado a mi querido Fray Luis; claro: que la patria de los grandes hombres no es la tierra en la que, azarosamente, nacieron sino, en todo caso, aquella por la que murieron. 
     En El Toboso tampoco he podido abrazar a Dulcinea: seguramente porque los sueños no pertenecen a ningún lugar concreto y, por ello, son imposibles de alcanzar.
     Sin embargo el cielo continuaba azul, y los versos apacibles del asceta y la belleza incógnita de la Dama Petrarquista seguían endulzando este mundo.
     Lo dice el poeta en sus mágicos versos: "El aire se serena / y viste de hermosura y luz no usada...", como preparando el páramo para que se convierta en el palacio de la emperatriz de la Mancha. 
     Me interesan menos -aunque me estremezcan de igual modo- los paisajes de la Naturaleza que aquellos que los hombres -convertida su fragilidad en voluntariosa y esforzada meta- construyen para gloria de sí mismos y quienes les suceden. Sin duda Dulcinea fue, es y será más real que la propia Marilyn Monroe.
     Visitar los lugares (un castillo, un museo, un libro...) en los que un ser humano se comportó como si fuera un dios: eso es rescatar la esencia de la Humanidad. 
     Siempre queda un rastro de lírica y de épica allí por donde pasó la Historia trazando un camino de belleza con la que ennoblecer la sensibilidad.