Visitas

Seguidores

jueves, 15 de agosto de 2024

Antonio Gracia - Clara Wieck - Manuela García



Wieck-Schumann

Ante el teclado, alzando partituras,
Clara sueña el ayer y vislumbra el mañana.
El torrente de música encendida
llena su corazón y la estancia desnuda.
Lentamente se apaga el resplandor
que ardió en los pentagramas, levemente
se ha ido cerrando el piano que extasiaba el oído,
y ya el genio creador duerme en la noche
de la desolación y la locura.
Rescatado del Rhin, salvado de la muerte,
Roberto yace ahora condenado
a sufrir en la tumba del sanatorio lúgubre
la lucidez extraña de quien, como si fuera
un Dios, lo desafía en su creación
y añade paraísos a este mundo.
Allí, en la celda, junto a la ventana,
Clara vislumbra el cuerpo
de quien aún permanece auscultando a los ángeles, 
que dictan en su espíritu las notas de un violín.
Y escrutando los ojos del amado,
rezando mientras llora, pide
que muera ya, que cese la furiosa
agonía de la clarividencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario