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lunes, 15 de abril de 2024

Fragmentaria (1)




Adjunto algunos fragmentos de reseñas en diarios y revistas. Leer más pulsando AQUÍ

“Pocas veces la poesía se ofrece en toda su descarnalidad léxica y rítmica, como acto puro de revelación de un estilo, por encima de cualquier consideración moralista. Así sucede en esta antología -Fragmentos de identidad- que recoge, junto a un cuarto, tres poemarios publicados en las dos últimas décadas. Entre el desgarrón afectivo de Quevedo y las iluminaciones de Rimbaud, nuestro autor identifica la lírica con la “autocomunicación” (José Mª Barrera. ABC Cultural). 


“En Fragmentos de identidad nos encontramos ante una propuesta creadora de indudable filiación vanguardista que proporciona, en su arriesgado atrevimiento, toda una lección de depuración poética, de madurez léxica que, en ocasiones, termina en un impenetrable juego sonoro. No se trata, sin embargo, de un proceso de ocultación críptica. El intrincado laberinto en el que bebe la reflexión poética de A. Gracia lo empuja, irremisiblemente, a la búsqueda continua de rasgos expresivos que, sin soslayar la obsesiva negrura de una experiencia vital, se constituyan en imagen verbal de irrefutable contenido poético” (A. Díez Mediavilla. Información). 


“En La estatura del ansia accedemos a una mística ciertamente original en la que se confunde la iconografía cristiana con las imágenes irreverentes, como ocurre en tantos retablos de los siglos XIV y XV. El luciferino  poema titulado “Antonio Gracia en los infiernos” es una visión apocalíptica de su propio yo. No es el primer poeta que desciende a los infiernos, ni el primero en sentar a la belleza en sus rodillas y encontrarla amarga, pero creo que pocos han escrito después de la visita texto tan cruel, sarcástico y luminoso al mismo tiempo” (José Luis Zerón Huguet. La epopeya interior).


“Es en la atención expectante y buscadora donde Palimpsesto muestra su verdadera dimensión: la lucha agónica de un hombre que quiere pervivir, sobrevivir y liberarse de la genética y de la cultura a la hora de predicar su auténtica, sola y sagrada individualidad. En esta aceptación, el lenguaje utilizado: formas y fórmulas eróticas que expresan simbólicamente y quedan apresadas por el autor, cuya “solitariedad” nos acompaña” (Dionisia García. La Verdad).


“Verdaderamente no es fácil enfrentarse con una obra como Palimpsesto. Casi todos los libros de Antonio Gracia, tanto en prosa como en verso, han obtenido premios, pero escasa y difuminada crítica. Porque sus trabajos son de difícil catalogación. La dificultad de su lectura estriba en la profundidad de las claves, en el armamento expresivo que las acompaña. Un vocabulario que ametralla al lector. Y no hay escapatoria: o se abandona la lectura o entra uno en su mundo original” (Manuel Molina. Idealidad). 


 “Los ojos de la metáfora concluía en el fracaso de una metafísica cifrada en el lenguaje del poema como instrumento configurador de la identidad. Las tres secciones de que consta Hacia la luz han sido concebidas como las tres etapas de una anábasis interior, un viaje espiritual hacia la pulpa de la existencia cuya conquista no se ha reducido a las epidérmicas seguridades de un conocimiento fácil e inmediato, sino a un arduo y doloroso proceso de búsqueda purificadora. El poeta parte con una conciencia indagadora y escribe poemas sobrios que refrenan las imágenes; después se adentra en una percepción que tiene mucho de visionaria (Antonio Moreno. Arte y Letras). 


      “La franqueza erótica del Libro de los anhelos es directa y transparente, y no encubre sus referencias, ni tampoco pretende dotarlas de teatralidad enfática. En esa carencia natural de pudor, sin ostentación ni retórica, está su mayor acierto, tanto como en la convicción y precisión de su lenguaje, en la calidad musical de sus versos y en la plasticidad de sus imágenes” (G. C. El cultural). 


             “La anécdota amorosa sirve a Gracia en el Libro de los anhelos para expresar los más recónditos interrogantes del ser. El verbo del poeta nos cautiva y nos introduce en una travesía cómplice: la propia vida. (...) Asistimos a una verdadera epopeya interior de la que no resultamos indemnes” (Marisol González Felip. Lletres Valencianes).   


 “Me parece Reconstrucción de un diario un libro poéticamente desusado: en primer lugar, por la poca frecuencia con que uno va encontrando esa poesía que nos acerca a la hermosura de lo profundo; en segundo lugar, por el efecto que este libro produce en el lector” (Luis T. Bonmatí. Empireuma).


“En 1998 el poeta rompió su silencio funeral con Hacia la luz, título al que siguieron Libro de los anhelos y Reconstrucción de un diario. En este, Antonio Gracia abandona el confesionalismo directo, que lo abocaba a la exhibición de su espanto, y recurre a un alter ego. El poeta ha debido imponer sobre la polifonía de la obra el registro inconfundible de su voz autorial. El último poema, Locus amœnus, constituye una recapitulación donde el redactor del diario cierra los ojos ante la redención del dolor, no sé si conseguida por el esfuerzo o sólo recibida por la gracia, a través de la música, la pintura, la poesía”. Sobrepasando tal redención, aspira en La epopeya interior y El himno en la elegía a una ascensión transfigurativa (A. L. Prieto de Paula. Babelia).


“La palabra trascendencia abre y cierra La epopeya interior. Los términos que connotan o denotan luz, ascensión, profundidad, etc. aparecen de manera abrumadora en todo el libro, frecuentemente en juego de contrarios... Gracia consigue adelgazar la palabra, que se encuentra supeditada a la gran experiencia mística... Esta guía de búsqueda interior causa sorpresa, pero no me parece anacrónica; al contrario, es más necesaria que nunca” (Aitor L. Larrabide. La Vega).


El Himno en la Elegía es un poemario de exposición de conflictos interiores resueltos con serenidad anímica y recursos formales equilibrados e impecables, lo mismo en ritmo que en selección léxica, que incita a encontrarnos con nosotros de la manera en que el propio autor ejemplifica: “Yo me siento a la orilla de la tarde,/ cercano a alguna fuente,/ y procuro callar y sonreír/ como si fuera a hablar, por fin, conmigo” (Ana B. Rodríguez de la Robla. Diario de Cantabria).


“Resulta alentador comprobar cómo la labor del resistente que es A. Gracia se nos presenta en El himno en la elegía, un libro condensado y sereno, sin altibajos, de ritmo mesurado, fruto de una disciplinada labor introspectiva que sutilmente nos induce a compartir con el autor una apasionada oración por el porvenir (Carlos Alcorta. Clarín).


"Gracia ha hecho de la escritura una razón de vida... Sus escritos no son sino maneras de un llanto por la pérdida del paraíso. Profundamente laico, el cielo que predica es de este mundo... Atención a este hombre que escribe versos al margen de su tiempo" (José Ramón Giner. Arte y letras).


“La poesía de A. Gracia me conturba y atrae irremediablemente. Su exaltación, su voz enfebrecida, su fidelidad al propio dolor, su obsesiva preocupación por los problemas trascendentales del hombre -aunque gire en una órbita personal-, su agonía polémica por hallar un resquicio de eternidad en el muro infrangible... todo esto y mucho más es causa suficiente para quedar prendido en el entramado de su creación poética” (J. Guillén García. La estatura del ansia).


La precisión, la serenidad, la maestría en los metros y los ritmos que demuestra el autor no esconden, sino que ponen más de manifiesto, la realidad de que nos encontramos ante un libro cuyos contrastes se resuelven en un discurrir dialéctico que no altera la superficie tersa del discurso. En verdad, ese movimiento hacia el rescate y ordenación de la realidad del que he hablado procede, por reacción, precisamente de la conciencia, instalada en el corazón mismo de la vivencia, del acabamiento, de la amenaza que supone la muerte. De esta manera, superando una fácil antinomia, muerte y vida se presentan como las dos caras de la misma moneda, y es entonces cuando el libro -Devastaciones, sueños- de Antonio Gracia se eleva a la categoría de cosmogonía” (Ángel Luis Luján, Literaturas.com)


“La polémica acompañó este poemario antes de su publicación. Galardonado con el premio Loewe y, finalmente, repudiado por la ausencia de un trámite administrativo, esta pequeña joya estuvo a punto de morir en el intento. Habría sido una lástima. Escrita con un estilo maduro y en permanente búsqueda, "Devastaciones, Sueños" arrastra al lector hasta el límite invisible de la propia vida, para dejarlo frente al abismo sin equipaje, ni garantías”. (Irene Rodríguez Aseijas. Comentarios.com)


Continuará...

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