Metamorfosis
De bruces hacia el cielo, reclinados
el uno sobre el otro, y escuchando
el gélido rumor de las estrellas
entre pausadas sombras indivisas
que centellean bajo la laguna,
siento una vida extraña que me habita,
y no sé si es la noche o eres tú
la causa de mi extraño sortilegio.
Los párvulos insectos y reptiles
arañan sorprendidos nuestra piel
como si fuera escarcha, barro y fuego.
Los párvulos insectos y reptiles
arañan sorprendidos nuestra piel
como si fuera escarcha, barro y fuego.
Una lluvia de magias mueve el árbol,
y sus ramas en éxtasis parecen
zarpas leonadas sosegando el vértigo
de una irisante transfiguración.
¿Ves la centella cautivar la luna?
Mira el túnel de luz entre las hojas
igual que un telescopio penetrando,
coito hacia arriba, en la más alta umbría,
descubriendo secretos luminosos
presentidos tan solo por los sueños.
Tanta contemplación y beatitud
aturde mis sentidos y me elevo
en una sideral levitación
en la que, asida a mí, vemos los astros,
su magma inaccesible, el ritmo inerte
cuyo péndulo es el corazón.
Y cuando abro los ojos, vislumbrando
una estancia secreta y penumbrosa,
una estancia secreta y penumbrosa,
siento un cuerpo alojándome, tomando
la efigie de mi cuerpo, siendo yo
en otro tiempo, otra sustancia y otra
memoria, acaso
la misma identidad indefinible
disuelta en pedernales.
disuelta en pedernales.
No estoy dormido, ni despierto, soy
mariposa y crisálida, fermento,
un yo insustituible, ubicuo y sin
lugar, inescrutable.
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