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jueves, 26 de marzo de 2020

Los Virusaurios

Quatermass
El último hombre sobre la Tierra

Se extinguieron los dinosaurios. Hace 65 millones de años. Un aerolito los calcinó al calcinar la Tierra. Cosas del progreso alienígena o la evolución cósmica. O sea: consecuencias del Big Bang que engendraron la vida y la muerte.
     Dícese, como un rumor sin fuente, que todo cuanto ocurre en estos días se debe a los experimentos de laboratorios químicos en busca de armas y poderes obtusos.
     Hoy el progreso descontrolado -en el que se ofrecen al mercado cotidiano cosas cuyas consecuencias no se han previsto- nos trae los Virusaurios, minúsculos gigantes de la destrucción. No acabarán con el hombre; pero lo hieren; y seríamos insensatos si su amenaza nos nos llamase a la solidaridad con nosotros mismos y a prever que la búsqueda de nuestro bienestar conlleva malestares difíciles de erradicar. 
     No se debe alterar la Naturaleza, ni añadirle descubrimientos, ni mutilarla, sin prevenir sus consecuencias. No es tampoco cosa de (Unamuno:) "que inventen ellos". Pero inventemos priorizando: primero el bienestar síquico y biológico del hombre; luego el mejoramiento de sus circunstancias. Primero saber dónde va a caer una piedra, y sus efectos. Nada de elementos boumerang. Hay que poner el progreso al servicio del hombre, no este al servicio de aquel. Lo demás es crear un estado distópico en el que importa más el medio de comunicación que el lugar al que se pretende llegar y, poco o nada, el viajero. 
     Se ha sustituido el Estado de Bienestar Íntimo por el estado de Corfort Universal. Y eso es apresar el espíritu en una cáscara de nuez náufraga de las inclemencias.




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