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lunes, 27 de enero de 2020

El abrazo perenne.


Mozart: C. piano

Se encontraban cuando sus vidas les permitían fugarse de ellas para vivir en otra que hubieran querido construir: pero era tarde. Se amaban con palabras y paseos, reproches y arrebatos. Mitigaban los cuerpos sus anhelos, satisfacía su furor la carne.

Cuando se separaban sentían el dolor de no poder estar siempre juntos. Poco después admitían que no soportarían tal convivencia ni a pesar de su amor. Y aceptaban que toda perdurabilidad precisa de muchos adioses.

Hablaban, hablaban... Querían comprender. Demasiadas veces las palabras sustituían la vida que ansiaban entender con ellas. 

Dos personas se vuelven imprescindibles, una para la otra, cuando se entregan mutuamente cuanto necesitan para su existencia: amor, compañía, satisfacción, amistad, comprensión... todas esas cosas que solo divisamos cuando hay la suficiente distancia para verlas, recordarlas y mejorarlas en el próximo encuentro.



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