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lunes, 1 de abril de 2019

La estupendez de los gólgotas



Golgotera mostró uno de los gólgotas y la Vía Láctea se avergonzó de la diminutez de su procedencia. Era redondo suave, mullido.
- ME APUESTO TRES PECHUGAS DE CERNÍCALO GIGANTE A QUE NO HAY OTROS TALES NI EN EL IMPERIO DE ALIENIGENIA.
- Los ordeñantes con mucho currículo en esas lides se esforzaron en recordar, pero todos tuvieron que admitir que jamás habían visto tamaña estupendez y florilegio. Queriendo demostrar que aquel golgoterío era de plástico, lo aplastaron y requetemordieron, pero tampoco: solo consiguieron que se asomase el otro gólgota, ante cuyo universo y maravillosidad se postraron y adoraron.
      Al concurso de Turgencias Enormes acudieron innúmeras y afamadas pechonalidades de todas las partes del mundo. Pero los catadores oficiales de pezonerías no lo dudaron: también por la esquisitez de su cerebro, ganó el concurso Golgotera como Reina Mayor de Golgotania y Cerebralia. Recibió como premio el gran amor inacabable de un gran enamorado, Principeso de Metamorfilandia, quien, además, la amaba por sus muchas virtudes intimísticas. Tanto es así que cuando le preguntaban sobre los gólgotas simplemente decía: "A mí no me molestan".



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