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martes, 23 de octubre de 2018

Amenazas e inopias


Bocherini: Fandango

X, de mal humor porque las cosas no salieron como quería, le escribe a Z con furia contenida, pero furiosa, algo que puede resumirse así: a tal hora de tal día tienes que estar en tal sitio para que resolvamos tal cosa. Cualquier persona sensata y educada hubiera dicho, por ejemplo: "Necesito tratar contigo tal cosa, cuando puedas...".
     La verdad es que el receptor de la misiva no hubiera tenido ningún obstáculo para tratar lo que fuese con X. Pero la catadura educativa de este le hace pensar: "Espérame en el cielo, corazón, porque no acudiré".
     ¡Es tan sencillo resolver un problema con buena voluntad, buenas maneras y sensatamente! Es sensato proponer una conversación amistosa para aclarar cualquier asunto. Es insensato convertirlo todo en un problema para sacar provecho del malestar recibido porque algo se gestionó mal. Es insensato creer que uno es el rey del mundo y ordenar que el otro esté disponible como un siervo a la hora que se le ordene y para lo que se le ordene. Es sensato ser comprensivo y amable en el trato, y es insensato ser intratable. El colmo de tal insensatez es, en vez de utilizar el teléfono, por ejemplo, amenazar con abogados que medien entre el peticionario y el favorecedor. Insensatez y cobardía o estulticia flagrante. 
    Y resulta, ante tan nefasta educación, que a veces quien estaba dispuesto a hacer un favor a X se niega a hacerlo simplemente porque trata de imponérselo. 
     Pocas cosas hay peores que creerse rey o reina del mambo o del vals. ¿No se dan cuenta esos gerifaltes que son -que todos somos- una simple cosilla en este mundo en el que nadie nos debe nada sino que debemos a todos, como mínimo, respeto? 
     ¡Cuántas cosas consigue la humildad y qué pocas la soberbia!

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