Me díceme alguien que firma "Maravillas", al leer el anuncio del acto Cántico Erótico (véase pulsando AQUÍ), que siente no poder asistir porque ya ha programado "perder el tiempo" mejormente durante esas horas, en otra parte.
No la conózcola, y no creo que me conózcame. Ni siquiera sé su nombre: he llamado a "Maravillas" Ana porque tal nombre en masculino suena muy mal. Tal vez pretende ofenderme; aunque en realidad solo se califica a sí misma autorretratando su tenaz tegucigalpia; pues, como escribió el gran poeta y avicultor rupestre Jitanjáforo Boniato, también llamado Latrociniusque Escorbutos:
yo sé bien que su sapiencia ha conseguido escoger lo afín a su inteligencia.
Pocos complejos existen hoy como los derivados de la egolatría, puesto que vivimos en un mundo en el que la noble solidaridad es cosa del pasado, aquel tiempo en el que las guerras requerían aliados, contrincantes y cómplices impunes (hoy basta con disfrazarse de político, o turistear por Bruselas, para investirse de impunidad). Al aparecer este mundo feliz -porque vive en la inopia y ha atrofiado el músculo del pensamiento-, una inmensa mayoría nace y se hace sin comprender cuánto esfuerzo les costó nacer y hacerse a sus padres, abuelos y ancestros. Así que no pocos se dedican al deporte de no hacer nada, otros a independizarse sediciosamente de la solidaridad, y otros a hacer algo que perjudica a quienes se han preocupado por hacer algo que mejore el mundo.
Por ejemplo: los artistoides que -sin conocer los fundamentos del Arte- cuelgan por doquiera sus cambalaches, yerguen sus inesculturas, malescriben sus libruelos, rascacielan, en fin, los espacios artisticenses.
Hace poco me vinieron una "artista" y un "vate", avalados por cultos ayuntamientos y diputaciones, a mostrarme sus maravillosas estupendeces, que ellos encumbraban como celestes estrellas del firmamento de una gloria que iban a alcanzar. Yo intenté hacerles comprender que es de sádicos torturar el arte, y que no es fácil crear obras maestras cuando no se ha conseguido ser ni aprendiz de la palabra o la plástica. Que colgar telarañas sinuosoides en el techo, pintarrajear paredes con anacolutos o trenzar versímetros sobre las coyunturas epidérmicas, como si fueran recogedores de las malandrinerías tejidas por la bizca inteligencia, es menos realidad memorable que leprosa consecuencia de la euforia y la inepcia.
Les dije:
- Yo no juzgo ni sanciono, solo opino. Me parece bien que os divirtáis con estos artefactos juguetísticos, pero el Arte le pertenece al homo y la muliersapiens, no a los malamente habilis o ludens.
Dijo el "vate" (que, a la sazón, se llama Báter):
- ¿Pero no es inteligentemente inverosímil conseguir que esta inacabable ristra de tonterías consiga no decir nada?
Dijo la "artista" (que firma como Golgotaria la Exsimia):
- ¿No es golgotosamente admirable esta relación de chorisos colgantes que picantonamente, y aprovechando la gravitación universal newtoniana, son paralelamente perpendiculares al ostracismo cetazoidal?
Yo, admirado ante su admiración, no sapiaba qué decirles para no herir sus egos hiperegolatristas y cegativamente homéridos. Finalmente razoné que todo es mejorable y me calléme. Pero, volviendo a la carga, sin abuela oceánica que los aplaudiese ferozmente, y plenos de humildad beatífica, me dijéronme ambamente ambos que "¡a ver, cómo podían mejorarse esas sus obras!". Y aquesta fue mi inocua respuesta:
- Vuestra modestia os impide mostrar que ya sabéis la contestación. Es muy sencilla: Para mejorar vuestra obra basta con que tú no pintes más y tú dejes de escribir.
Querida Teresa: Me pides una colaboración para tus labores humanitarias y te improviso estas palabras, más llenas de buenas intenciones que de buenos versos. Saludos y éxito en la empresa.
Shumann: Escenas infantiles
Niños bajo la yunta
La muerte disfrazada de esqueleto
asoma por el pecho, arrasa el vientre
y corre por los brazos y las piernas
hasta brotar como un esputo amargo.
Los niños son el rostro del dolor
cuando, en vez de reír junto a sus padres,
gimen como unas ruinas desoladas
que golpea la insolidaridad.
Sin embargo, tras esa carne herida
por el olvido y por la indefensión,
la más bella sonrisa canta al mundo
que no existe ninguna otra alegría
como la de la infancia, la pureza
de la inocencia, la resurrección
del edén, del origen, de aquel tiempo
en que existía la felicidad
como un bálsamo lento y cotidiano.
Quien contempla los ojos de esos niños
y les tiende la mano siente el alma nacer hacia otra luz: la pura luz.
Quien sufre un complejo tiene dos opciones: afrontarlo para vencerlo o, bien, ocultarlo. Aquel que lo afronta termina por asumirlo hasta que consigue superarlo. Quien lo oculta lo convierte en su talón de Aquiles, y siempre será víctima de quienes se lo descubran. Me refiero a los complejos que hieren la autoestima. Otra cosa es el complejo de superioridad: o sea, el que dicta la inferioridad de los otros. Ese es el de los megalómanos y solo se cura con el desprecio o, mejor, con el silencio ante su aparición. Porque hablarle a un necio es convertirse en necio.
Los escritores se dedican a intentar tener éxito; los autores a encontrar o crear su verdadera identidad. Los "escritores" a ejercer su profesión, que es llenarse los bolsillos y el ego social; los autores a comprender su propio yo y entender el mundo. Igual ocurre en todas las artes. El artista no puede evitar serlo; el artesano pretende convertirse en artista.
Lícito es enriquecerse con dinero o con aplausos; pero más digno es intentarensanchar el mundo, dotarlo de más claridad, averiguar los entresijos del hombre, contestar al porqué de su existencia, su vida, su muerte, sus tristezas y alegrías. ¿Qué perdura del dinero y a quién le favorece sino a quien lo posee? ¿No es más enriquecedor enriquecer a la Humanidad donándole obras en las que se reflejan sus sentimientos pensados, sus pensamientos sentidos? Muchos llenan sus sótanos y bóvedas de riquezas superficiales, y otros pocos componen rostros para el hombre interior.
¿Quién es, finalmente, más rico, aquel que atesora millones de euros o el que acumula a lo largo de los siglos millones de espectadores, lectores, oyentes porque estos se identifican y enriquecen con sus obras?
La pulsión creadora, como he dicho, nace y se hace. El autor, el artista, no puede evitarla y, si la evita, la sentiría como un suicidio; el "escritor", el artesano, no implica su vida en su tarea.
Angrac Ianto publicó una carta que dedicó -¡aún resuena el revuelo!- al Fiscal, al Director de la Academia y al propio Presidente de la Nación. Copio un fragmento:
“Maté al amante de mi mujer hace unos años -en un acto de honor- y luego a mi mujer -para quedarme con sus millones-; fui al Juzgado nº 12.322 y lo confesé todo: como en las altas esferas hay muchos asesinos encumbrados, sabía que me comprenderían: si un día yo era elegido, por ejemplo, presidente del País, los medios de comunicación se obstinarían en empañar mi imagen con esas menudencias y otros antecedentes que en realidad solamente afirmaban mi capacidad de comprensión y manipulación de la sociedad: así que me aconsejaron que ocultase mi crimen: porque en la cárcel no se hace fortuna y un hombre tan decidido como yo, y de tan buenas prendas, no podía desestimar la carrera política. Y aquí estoy (creo que condenaron a un ingenuo inocente que solo prometía ser buena persona), más honrado que Lincoln y más firme que Hitler. Y mejor presidente que los dos”.
¿Cuántos hombres y mujeres, observando El muchacho azul de Gainsboruch, o el Master Hare de Reynolds, han sentido la vida renacer mientras se les iluminaba el corazón?
¿Cuántos, contemplando La libertad guiando al pueblo de Delacroix, o el Guernica de Picasso, han descubierto su desprecio por las esclavitudes y guerras, más fuertemente, incluso, que al recordar el horror de Hiroshima?
¿Cuántos, leyendo la Elegía de Hernández, han consolado su silencio porque no sabían cómo expresar el dolor ante la muerte de un ser querido?
¿Cuántos, ante la Novena de Beethoven, se han esforzado por vencer la melancolía que inundaba sus vidas?
Para calibrar la importancia de una obra basta con preguntarse: ¿Sería igual el mundo sin Miguel Ángel o Velázquez, Bach o Wagner, Shakespeare o Cervantes?
¿Cuántos han descubierto que en algún lugar de un cuadro, un libro o una partitura hay una respuesta a las muchas preguntas del vivir?
¿No sirve para nada el Arte? ¿No es un camino para llegar a nosotros mismos y hasta los demás? ¿No es cada artista un portador de luz en esa carrera de relevos?
Siendo la pulsión erótica la imposición primordial de la Naturaleza, cuya función es la de la supervivencia mediante el ejercicio de la sexualidad, resulta sorprendente que el erotismo haya sido uno de los asuntos más perseguidos por las ortodoxias de todos los tiempos, como si fuera ajeno al hombre y la mujer, o una perversión, hasta el punto de convertirse en tema clandestino.
Si no hay grandes obras eróticas, sí hay mucho erotismo en no pocas. Por recordar algunas, basten dos bien distintas: “Las once mil vergas”, de Apollinaire”, o “Historia del ojo”, de Bataille; aunque pocas historias más jocosas por eróticas que el relato que Bocaccio hace de Alibech. Escasos poetas han evitado alguna incursión explícita en este tema, siendo Pietro Aretino uno de los más decididos y destacados.
Pietro Aretino nació en Arezzo, en 1492, y fue “periodista”, panfletario y pornógrafo. Paradigma de la burla y el libertinaje, su leyenda incluye el hecho de que mantenía un harén de jovencitas, salvadas de la miseria y el hambre para que se lo comieran a él de vez en cuando, así como el de que los cielos lo castigaron con su misma filosofía, puesto que, ya que se rió de todo, “muore nel 1556, a Venezia, per un colpo apoplettico pare dovuto a un eccesso di risa”.
El biempensante Nicolás Fernández de Moratín debe mucho a Aretino, aunque nunca lo cita. Tampoco es ajeno a él el Espronceda apócrifo. Pero es el Abate Marchena, egregio traductor de Lucrecio en verso endecasílabo, quien dejó la versión del poema que sigue. Dice Marchena que perdió el original, copiado de un manuscrito que encontró en Italia. Si esta pérdida es una argucia, como parece, el poema sería obra del Abate -que no tuvo que ver con la clerecía sino el desdén por lo eclesiástico-, quien soñó en verso, a la manera de los “Sonetti lussuriosi” del Aretino, lo que -por ser físicamente tan feo como “una falta de ortografía de la naturaleza”, en expresión de Madame de Staël- no alcanzaba a lograr su cuerpo; aunque se le atribuyen numerosas amantes.
He aquí el poema (atribuido también, por su golgotariez indifusa, a J. Cantero), conocido con el título que se indica y cuyo significado, por si alguna duda hubiese está en el subtítulo: La chupación:
716.- Increíble, pero cierto: en un concurso en el que se premiaba el peor libro de versos ganaron todos.
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717.- La verdadera educación empieza cuando nos enseñan a saber unas pocas cosas esenciales que nos despiertan el amor por saber más.
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718.- Tal vez para enriquecerse sea necesaria alguna inteligencia; lo que no admite dudas es que se necesita ser idiota para considerar que ser rico es una meta noble e inteligente. ***
719.- Para alcanzar la serenidad es preciso equilibrar los anhelos y los desengaños, las devastaciones y los sueños.
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720.- Admitir el miedo es empezar a vencer la cobardía de escondernos
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721.- No hables más que para ennoblecer el silencio.
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722.- La belleza -la grandeza- solo adquiere su verdadera dimensión si se conoce la fealdad -la pequeñez- desde la que se consigue. *** 723.- El fin de toda ley es la exclusión de cualquier fanatismo en las conductas, y por lo tanto la aceptación del principio de igualitarización universal.
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724.- Cada vez que no se cumple la ley se incumple la Justicia.
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725.- No se imita a los dioses -demasiado perfectos para ser imitados-, sino a los hombres que se comportan como ellos. ***
Nacer es empezar a arrancar hojas del calendario que nos otorgan los genes. Y mañana puede ser la última fecha. Así que cuando estemos ante un dilema vivencial deberíamos decirnos siempre: voy a hacerlo hoy por si no puedo mañana.
Los primeros pensadores, filósofos, o analistas, tejieron sus teorías sobre el mundo: la existencia era un cúmulo de placeres o sufrimientos, errores y aciertos, caos o cosmos. Tal vez triunfó la visión de quienes entendían que este mundo sería un buen espacio para vivir si se eliminaban los errores. Claro está que los errores se debían a la materia, al cuerpo, rémora de la pureza del alma. Como consecuencia, el cuerpo se convirtió en el enemigo de la felicidad. Con lo cual, se le condenó a purgar su culpa mediante sacrificios y torturas, en tanto que se ensalzaban las excelencias de la muerte como puerta hacia la liberación del alma.
La historia del pensamiento es, de este modo, una historia de la condenación del cuerpo y, por lo mismo, de la naturaleza corporal. Tuvo que llegar el hedonismo, en su más noble acepción, para que se defendiesen las pulsiones de la carne y su aventura en este pequeño lugar llamado Tierra.
Es verdad que no solo de materialismo vive el ser humano; ni, tampoco, solamente de espiritualismo. Pero ¿cómo se conciliarán materia y espíritu, cuerpo y alma, si no se satisface el fragor de la pasión para que la razón encuentre su equilibrio? ¿Y cómo se conseguirán una vida y un arte armoniosos sin la armonía de la mente que la vive y lo dicta?
- Mañana tengo que ir a Palestina a que me crucifiquen, Magda.
- !Jesús, qué excusa más inaceptable! ¿Por qué no me dices que ya no me quieres? - ¡Eres más triangular que un hijo póstumo!
- ¡Ya estás diciendo insultos que no entiendo...! ¡Tengo derecho a saber lo que significan tus insultos...!
- Si te los explicara me dirías que es un insulto creer que no puedes entenderlos tú sola ...
- ¡Ahora estás zarandajeando inexplicativamente!
- ¿Quieres, entonces, que te los explique?
- No. Quiero que si me insultas lo hagas como Dios manda: con claridad para que yo sepa de qué tengo que defenderme.
- O sea: quieres que te insulte con respeto.
- Sí... No... No, no, no quiero que me insultes; pero te exijo que, cuando lo hagas, me insultes con buena intención y educadamente, sin retóricas oblicuas...
- Pues lo siento, pero ahora no se me ocurre nada...
- ¿Y no te parece bastante insulto decirme que no te inspiro nada, ni siquiera un soneto en prosa? ¿Ves como no me quieres ni me mimas con abundancia estrófica?
- Tienes razón: ¡tu inteligencia es tan inverosímil como la sensatez en un político! - ¡Aguacátame las nupcias y no me enchorises más...! ¡Atrófiate, esfumandorro! - ¡Sinestesia y sardanápala! ¡Azucénida infinita!
- Ya no te quiero... Eres un memo... Nunca me mimas...
Mientras crece la noche Contemplo el horizonte, las montañas azules bajo el cielo del ocaso. A lo lejos el mar cuenta sus olas y las gaviotas trazan despedidas. Matorrales, guijarros, esperanzas en la quietud del páramo encendido. Alrededor, mientras la noche crece, yo me voy despidiendo de la vida. Quisiera haber vivido la epopeya de un héroe forjador de su utopía. Pero soy solo un hombre sin más armas que el sueño de sus versos: ellos son mis frágiles hazañas, pues traté de convertir en himno la elegía como un breve consuelo.
La sociedad no es sino la suma de individuo tras individuo. Aunque si estos no hacen honor a su apellido de seres humanos -de personas responsables-, tal sociedad estará cada día más despersonalizada y será más inhumana.
Ciertamente, el mundo no es el mismo que el de hace unas décadas, y tampoco el hombre gira sobre los temas humanísticos que le han interesado desde hace milenios. Entre otras cosas porque el exceso de ocio ha instalado la frivolidad yporque la prisa ha destruido el cadencioso bienhacer.
Todos los males de la globalización empiezan en el abandono de la sensatez, imposible de conseguir sin unos mínimos conocimientos que ayuden a razonar y canalizar nuestros impulsos para que la solidaria convivencia sea una probabilidad y no una utopía.
De modo que el gobierno que no lucha por una armoniosa educación desde la infancia es un enemigo del pueblo. Porque el niño es el padre del mañana, y será quien prosiga la construcción del futuro. Así que la solución es sencilla: para construir una sociedad ética no hay metal más preciado que la educación; lo que significa que el país más rico y digno es el más capacitado para organizar la existencia en armonía, y el más pobre e indigno es el que, por dejación e ignorancia, se abandona a la impunidad.
Ya lo dijo Pitágoras: "Educad a los niños y no habrá que castigar a los hombres". ¿No se reducirían, así, las leyes a unas pocas efectivas y serían mínimos los presupuestos económicos destinados a sancionar a quienes aprenden a delinquir en la jungla moral en que vivimos?
Uso la imágenes diseñadas en el ordenador como si fueran dibujos y realizo un vídeo para que la contemplación de la pintura se realice en un tiempo. Utilizo la luz como material pictórico.
"Creo que el arte es una búsqueda, nunca un hallazgo definitivo. Todo hallazgo es la germinada conclusión que se convierte en premisa de un nuevo hallazgo en un inextricable proceso de búsqueda infinita. Eso convierte al artista en un ser incansable y sin sosiego por su insaciabilidad. El arte es un sistemático método de comprensión del hombre. Por eso nos interesa: porque el hombre halla en cada manifestación artística -pintura, poesía, música...- una radiografía de su yo desconocido. Pintar -escribir, componer- es una espeleología lanzada a las cavernas de nuestro yo luchando por conquistar el fuego rupestre individual, y nuestro nosotros debatiéndose por encontrar su nuevo yo. Un cuadro es un espejo que nos mira; un poema es un texto que nos calla; la música es un ruido que nos oye; El arte, en fin, es un poema que nos canta con imágenes -físicas o síquicas-.
No nos interesa el arte porque es arte, sino porque, además y sobre todo, es el arte de averiguar al hombre, la mágica manera de ponerle los nombres exactos a la vida, la irrenunciable forma de hallarle geometría a la existencia. Crear, ser artista, es introducirse en sí mismo tan al fondo de nosotros que tocamos al otro, que nos convertimos en él -y por eso nos siente- a fuerza de ofrecerle nuestro yo. Cuando esto ocurre el arte permanece porque un cuadro, por ejemplo, no lo ha pintado un pintor sino un hombre cargado con todo el atavismo de la humanidad descifrándose a sí misma. El arte es el único cordón umbilical que une al hombre con su pasado y su futuro. El hombre no existe: existe el arte. El hombre es el arte".