Chopin; Preludio opus 28, nª 4



Al otro lado de la espiritualidad está la salacidad, y duermen juntas aunque se obstinen en yacer en camas separadas. ¿Se ennoblece el sexo con el amor? ¿Se envilece este con aquel? Logaritmos mentales que no debieran importarle más que a los matemáticos de sus cuerpos y espíritus. Los demás ni siquiera debiéramos ser mirones de sus actos. Qué admirable honestidad la de quienes miran la relación amorosa plena como un don y no como una delincuencia, a la manera del medieval "Cuando aspiro tu seno / y bebo de él / bendigo al vinatero / y al arcillero / que pusieron en ti / el cielo".
El siguiente soneto del argamasillesco Nurio Nirikovna no evita la pintura del acto sexual que va derivando en hallazgo de sosiego al saciarse el frenesí. Y lo que empieza siendo lascivia se va trocando "rúbrica de amor". Es otra constatación de la dualidad misticismo-erotismo.
Los que buscan sosiego en compañía (sicalipsis I)
Con los brazos abiertos, extendida
sobre la cruz desnuda de tu cama,
tu sexo incandescente me reclama
y te clavo mi espada enfurecida.
Me crucifico en ti, sajo tu herida,
entro en tu cripta azul y se derrama
mi fiera sangre blanca, como llama
en rúbrica de amor ya convertida.
Nos debatimos en salaz combate
devorando la carne, el alma, el beso
con la voracidad de la lujuria.
El corazón como un volcán nos late;
antes de que me tragues te atravieso;
y en paz se transfigura nuestra furia.
