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viernes, 21 de noviembre de 2025

Origen

Brahms: Inicio Primera Sinfonía 

Orígenes 

En el principio el uno se hizo todos
y fuimos separados de las bestias.
Una incipiente Nada Oscura urdió
la conciencia de que éramos distintos
a las piedras, al árbol y a las aguas.
El mundo era mayor que nuestra mente:
somos una respuesta que pregunta.
Alguien dijo que el nombre del misterio
era Divinidad, Arcano, Magia.
Primero fue la tierra, luego el cielo
aclarador de todos los enigmas.
Un cosmos sin principio o transmutable,
un bigbánico tiempo atemporal,
una causa incausada -¿pero cómo?-
en un lugar sin límites- ¡y cómo
si todo espacio y tiempo necesitan 
otros en los que ampliarse eternamente
y no hay eternidad que sea eviterna!
Todo se concertó contra nosotros.
La tormenta dispuso sus arietes
y nuestro nombre fue el de antagonistas.
Puntas de hueso, pedernales, hierros, 
obsidianas y flechas, fuegos, odios... 
todo fue un enemigo de la vida,
el tasajo carnal de nuestro espíritu.
De pronto el corazón fundió pasiones, 
carnalidades y espiritualimos,
concupiscencias físicas y síquicas,
bienes todos mostrencos del amor.
Un insomne cometa me arrastraba. 
Yo me introduje en mí titaneando
como un saurio de luz, como una antorcha
seduciendo cavernas y aerolitos.
Y encontré un monstruo que he llamado yo.
Preguntas sin respuesta me acosaban.
Así brotaron las mitologías,
las babeles y las cogitaciones.
Las brasas del dolor incandescente
me efigiaron el rostro de Caín.
Somos una respuesta que pregunta.


El Extraño del Tercer Piso | El Origen del Cine Negro

jueves, 20 de noviembre de 2025

Metamorfosis (Tratado)

                       


Metamorfosis (Tratado)


Cuando Berlioz sepulta bajo una frase de 

su Sinfonía Fantástica a su amada, 

le estaba dando vida en realidad. 

Cuando Wagner construye su melodía infinita 

y hace morir a Isolda, 

consigue que el amor se inmortalice. 

Y cuando Schumann oye 

entre los pentagramas a los ángeles, 

antes de echarse levemente al Rhin, 

no buscaba suicidios, sino vida. 

De igual modo tampoco 

Mozart hablaba de la muerte en su Réquiem, 

sino del júbilo de atravesar 

la luz y ser la luz. 

Kafka, como Virgilio y otros, 

ordenó la destrucción de sus escritos para, 

con esa astucia, asegurarse la supervivencia. 

Incluso el desdichado Eróstratos 

destruyó el recuerdo de una diosa 

para ser recordado y vivir sobre el tiempo 

ejecutor de la existencia. 

No obstante, Brahms solía hacer fogatas 

con sus partituras imperfectas 

a fin de que solo sobreviviese 

la excepcional imagen que trazaba de sí mismo. 

Y Leonardo ocultó tras los espejos su escritura 

para salvaguardar su nombre indemne. 

Tanta es la fuerza con la 

que el hombre ama su identidad 

e intenta prolongarla. 

Eso sintieron Gauguin y Mary Shelly 

y cuantos con pincel, pluma, instrumento, 

volcaron su ansiedad en sus anhelos. 

Decidme ahora 

qué puedo responderle a mis preguntas. 

¿No hay más vida en la vida que esta vida?


¿Por qué no empezar hoy mismo?


Grieg: Amanecer

Primero: Hay que desmitificar la felicidad, darle su dimensión real en la vida cotidiana, que es el sosiego íntimo. Si no, quienes propenden a las ilusiones desmedidas se convierten en ilusos.
     Segundo: Nunca serás feliz si piensas que puedes serlo al margen de lo que ocurra a tu alrededor. Tú no eres tú sin tu alrededor, y este acaba hiriendo tu íntimo yo y sustituyéndolo, si te sientes culpable ante algo. Por lo tanto: ocúpate de los demás, aunque los resumas solamente en uno: cuanto hagas por él lo haces por todos.
     Tercero: Tú eres lo que crees ser, lo que los demás creen que eres y el que en realidad eres, cosa esta que jamás acabarás de saber. De manera que debes intervenir en lo que alcanza tu voluntad: mejorando al que crees ser y al que los demás creen que eres. El otro que hay en ti, y que te definiría, es indefinible.
     Cuarto: Puesto que la conciencia nos persigue si no nos comportamos dignamente, y siempre acaba alcanzándonos, ¿por qué no actuamos voluntariamente con dignidad y no por temor al castigo moral o a la ley?
     Quinto: ¿Por qué no empezar hoy mismo...?

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miércoles, 19 de noviembre de 2025

El inocente


Albinoni: Adagio

El inocente

Llega la edad ligera. Observas
cómo se va acabando el horizonte
que aún podrás divisar. ¿Qué has hecho? ¿A quién 
le ha reconfortado tu existencia?
¿Quién te recordará? ¿Cuántos te aman
y a cuántos has amado de verdad
dándoles vida, haciendo
sonreír su tristeza y elevando
su alegría? ¿Hubieras dado acaso
tu vida por salvar la de otros hombres?
¿Te has entregado alguna vez tan solo
por el placer de darte?
¿Eres creador de un libro, un hijo, un árbol?
Tu legado, ¿cuál es? ¿Diste consuelo?
No sabes ni por qué naciste ni
por qué debes morir. El mundo sigue
igual contigo que sin ti. La noche
es una nueva aurora.
Lejos queda el pasado, y el presente
más que fuego es ceniza.
Los párpados del sueño
crearon utopías: ¿acaso te esforzaste
para que fuesen realidad, o acaso
por creerlas inalcanzables diste
tu derrota como un escepticismo
y una premisa para los demás?
¿Quién eres? ¿Y qué harás mientras recorres 
el camino que aún tienes
que andar hasta el ocaso?
Sal de tu corazón, mira el ajeno
y palpita con él
porque la vida es más que ver vivir.

281223

martes, 18 de noviembre de 2025

Teselas

Barber: Adagio

Teselas 


Cuando llegue mi muerte no sabré despedirme 

de las cosas que amé:

los pájaros, la luz, 

los libros en el alba, la música constante, 

la soledad buscada para encontrar mi nombre, 

la escritura azarosa, 

el poema escondido que no logré escribir, 

los besos olvidados en bocas entregadas, 

el amor que tardé tanto en hallar, 

el corazón del viento 

pulsando tus cabellos y triscando en tu blusa, 

el azul de los montes, el color de tus senos, 

el sabor del crepúsculo y la luna, 

el aroma del cielo en las noches sin Dios, 

la infancia repetida en sueños rotos, 

las páginas del tiempo devastando mi vida, 

las hojas del otoño forjándome a su imagen,

la vida que no amé y que quise amar, 

la rosa fugitiva y el manantial inmóvil, 

tanto dolor caído sobre mi corazón, 

el dolor de no amar más que utopías, 

las respuestas que siempre me engendraron preguntas, 

la carta que jamás llegó hasta mí, 

las gaviotas huyendo de mi desolación, 

tus manos que me alzaron desde la oscuridad, 

el arpegio del cosmos sonando en nuestros besos, 

los fósiles del alma queriendo renacer, 

la nube inesperada como un barco de sueños, 

y sobre todo, Amada, 

el firmamento azul de tus entrañas. 





La estrategia del enamoramiento (Actualidad de La Celestina, II)

Tema de Romeo y Julieta

2.-  La estrategia del enamoramiento.- 

En medio de esa sexocracia clandestina, Celestina se sirve de la lujuria y el dinero para “conquistar” a los criados, y del carpe diem para enamorar a Melibea: la vituperación de la vejez y el enaltecimiento de la hermosura y juventud, tanto suyo como de Calisto, o sea: lo que debe sufrirse y lo que puede gozarse. Quienes consideran que el amor apasionado de Melibea solo es inteligible y aceptable como consecuencia de las artes mágicas de Celestina desconocen el alma humana y el arrebato en que se constituye y es el amor. El estallido que se produce en el corazón les parece tan excesivo e increíble -tal vez es que nunca lo sintieron o, como la propia Melibea antes de tratar con Celestina, se prohíben sentirlo- que necesitan la coartada de la hechicería y los filtros amorosos -como en “Tristán e Isolda”- para darle crédito. Pero recurriendo a la magia matan la grandeza de lo que admiran: la humanidad de un mundo de pasiones en el que naufragan, por su misma dimensión incontrolable y anhelante, Melibea, Calixto, Celestina y todos los demás que han probado su incendio. Pero no es que la magia haga posible el amor, sino que la fuerza del amor ha descotidianizado la naturaleza efímera y superficial haciendo emerger su vigor latente sujeto a leyes sin normas: magia. Amar como Melibea no es artificio ni hechicería, sino condición humana. La atracción pasional amorososexual de Calixto y Melibea es real y no recurso literario porque el amor-sexo es ley de naturaleza, y así lo sabía el Arcipreste cuando escribe: Como dice Aristóteles y es cosa verdadera, / el mundo por dos cosas trabaja, la primera / por aver mantenencia; y la segunda era / por aver juntamiento con hembra placentera; y así lo sabe Rojas cuando dice Celestina: Dos conclusiones son verdaderas: la primera, que es forzoso el hombre amar a la mujer y la mujer al hombre ... (I).

         Melibea es un personaje nacido de la concepción del mundo como una Arcadia, como la Edad de Oro de la que habla Don Quijote a los cabreros, colocada en medio de dos prostíbulos -el de las prostitutas y el de los “hombres de bien”-, y que, tras el conocimiento del amor tal como la sociedad lo ha tergiversado, acaba aceptando que el mundo y sus teoremas son nada más que un comercio. Melibea es un personaje humano porque se debate entre la pasión y la reflexión y actúa una vez que ha resuelto el conflicto entre animalidad y racionalidad, decidiéndose a vivir sexualmente su amor a pesar de las convenciones sociales represoras y procurando no airear su repulsa de las mismas. Finge porque la vida se lo exige, no porque tenga el fingimiento como profesión o personalidad, como le ocurre a los demás. (Así puede constatarse cuando, llevando las riendas de la consciencia, utiliza a Celestina para llegar hasta Calixto, aunque, demorándose en melindres y arrumacos sobre la ropa, deje creer a este que es él quien decide: Señora, quien quiere comer el ave, primero le quita las plumas (XIX).

         Si hay un personaje que evoluciona sicológicamente, ese es Melibea: desde la primera escena maldice de Calixto porque le propone el “ilícito amor” -el sexo-; luego, llevada por la estrategia de la alcahueta, tanto como por su impulso pasional, va adquiriendo conciencia de su propia sensualidad, concierta una cita secreta con Celestina (IV) y logra, mediante un acto de voluntad, engañar a su madre (IV, X), vencer su temor a perder la honestidad (X) y entregarse a la amorosa lujuria -o la lascivia enamorada- del encuentro con su amante (XIV). La “honra” -la imposición social- deja paso, tras el desmayo que sigue al conocimiento de que su enfermedad se llama amor y su medicina Calisto, a la libertad natural: al lamento del principio del acto X -esencial para la comprensión de la obra y contenedor del tránsito melibeico y renacentista- de que la mujer no puede proclamar sus ansias se sucede el canto del choque de los cuerpos como expresión de una nueva concepción de la existencia donde no rigen Dios ni las cohortes eclesiásticas sino el individuo: el antropocentrismo vencedor del teocentrismo. Y eso a pesar de que el trágico final (el “unhappy end” ineludible en los hijos del imperio eclesiástico) anota que la realidad continuaba contrariando la necesidad de cambiarla. Rojas nos enseña ya que la sociedad puede más que el individuo, cosa que Cervantes llevará a su extremo (mientras “la picaresca” muestra que hay que burlarse de ella para sobrevivir).
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